El Árbol de la Familia
En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, vivía una familia muy unida, los Gómez. La familia estaba compuesta por papá Juan, mamá Ana, y sus tres hijos: Sofía, Tomás y Lucía. Cada domingo, la familia se reunía en su jardín para disfrutar de un rico almuerzo y compartir historias de la semana.
Un día, mientras jugaban en el jardín, Sofía se dio cuenta de que su árbol favorito, un enorme y frondoso sauce, se veía un poco triste.
"Mamá, ¿por qué el sauce está tan decaído?" dijo Sofía, con el ceño fruncido.
"Parece que necesita más amor y cuidado, querida" respondió Ana, mientras miraba hacia el árbol.
Tomás, el más travieso, tuvo una idea:
"Podemos hacer una fiesta para él. ¡Así le mostramos cuánto lo queremos!"
A todos les pareció una excelente idea. Los niños comenzaron a planear la fiesta de inmediato. Se pusieron a recoger flores, hacer guirnaldas y preparar un banquete con frutas y verduras del huerto. Para asegurarse de que el sauce supiera que lo querían, decidieron que cada uno le escribiría una carta.
Lucía escribió:
"Querido Sauce, tu sombra nos da alegría y nos gusta jugar bajo tus ramas. Te queremos mucho. Sofía, Tomi y yo vamos a cuidarte siempre".
Cuando llegó el domingo, toda la familia se reunió alrededor del sauce decorado con cintas de colores.
"¡Feliz fiesta, querido sauce!" gritaron todos.
Se sentaron a disfrutar del banquete y compartieron historias y risas. Durante la fiesta, el sauce comenzó a parecer más vivo. Sus hojas brillaban al sol y parecía que bailaban con el viento.
"Mirá, ¡el sauce está feliz!" dijo Sofía emocionada.
"Sí, parece que siente nuestro amor" agregó Tomás.
Al finalizar la fiesta, papá Juan tomó la palabra y dijo:
"Así como el sauce necesita amor y cuidado, también nosotros necesitamos cuidarnos y amarnos cada día. La familia es el árbol que nos sostiene".
Desde ese día, la familia Gómez decidió hacer algo especial para el sauce cada domingo. Lo regaban, le hablaban y le contaban sus aventuras. El sauce se volvió más fuerte y frondoso, y a su alrededor, la familia creció aún más unida.
Unos meses más tarde, una fuerte tormenta azotó el pueblo. Todos los árboles se agitaron y el viento aulló con fuerza. Al día siguiente, la familia salió a ver qué había pasado.
"¡Miren!" gritó Lucía.
"El sauce se ha mantenido firme entre los otros árboles que se han caído".
Ana abrazó a sus hijos y les dijo:
"Esto demuestra que el amor nos hace más fuertes. Juntos superamos las tormentas".
Y así fue como el amor familiar se volvió el refugio de los Gómez. Y cada vez que miraban al sauce, recordaban que esa fortaleza provino del cariño y dedicación que le habían dado.
A partir de ese día, no solo cuidaron del sauce, sino que también se prometieron cuidarse mutuamente, siendo siempre un árbol fuerte y unido en su hogar.
FIN.