El árbol de la serenidad



Había una vez un hermoso bosque donde vivían muchas aves. Este bosque era especial porque estaba lleno de árboles frutales que ofrecían deliciosos alimentos a las aves.

Las aves eran muy felices en este lugar, ya que tenían todo lo que necesitaban para vivir: comida abundante, agua fresca y un ambiente tranquilo y pacífico. Un día, llegó al bosque un grupo de aves nuevas. Eran diferentes a las demás, con colores brillantes y cantos melodiosos.

Estas aves se llamaban Pepito, Lila y Manchitas. Pepito, Lila y Manchitas quedaron maravillados con la belleza del bosque. Rápidamente hicieron nuevos amigos entre las otras aves y pronto comenzaron a explorar el lugar juntos.

Un día, mientras volaban por el bosque en busca de frutas maduras para comer, las tres amigas encontraron algo inusual: un árbol misterioso rodeado de una luz brillante. Intrigadas por este descubrimiento, se acercaron al árbol y notaron que tenía unos frutos muy especiales.

Eran diferentes a los demás; su color era más intenso y su aroma llenaba el aire con una fragancia irresistible. "¡Miren qué hermosos son estos frutos!", exclamó Pepito emocionado. "Sí, nunca había visto algo así", respondió Lila asombrada.

"Debemos probarlos", sugirió Manchitas curiosa. Sin embargo, antes de poder tomar uno de los frutos prohibidos del árbol misterioso, apareció Don Sabio, el viejo búho sabio del bosque. "¡Deténganse, jóvenes aves! Ese árbol es el Árbol de la Frescura y Paz.

Sus frutos son muy poderosos", advirtió Don Sabio con voz grave. Las tres amigas se miraron entre sí, sorprendidas por la advertencia del búho sabio. "¿Poderosos? ¿Qué quiere decir eso?", preguntó Pepito confundido.

"Estos frutos tienen el poder de otorgar una gran frescura y paz interior a quien los come. Pero también pueden causar problemas si no se usan adecuadamente", explicó Don Sabio preocupado. Las aves escucharon atentamente las palabras del búho sabio y decidieron seguir su consejo.

En lugar de tomar los frutos para sí mismas, llevaron algunos al resto de las aves en el bosque para compartir su descubrimiento.

A medida que más aves probaban los frutos del Árbol de la Frescura y Paz, comenzaron a sentirse más tranquilas y felices. El ambiente en el bosque cambió completamente: reinaba una calma profunda y todos vivían en armonía.

Con el tiempo, las aves aprendieron a utilizar los frutos como una herramienta para resolver conflictos y mantener la paz en el bosque. Cuando surgían desacuerdos o peleas entre ellas, bastaba con comer un poco de estos frutos especiales para recuperar la serenidad y encontrar soluciones pacíficas.

Desde aquel día, todas las aves del bosque vivieron en paz gracias a los maravillosos frutos del Árbol de la Frescura y Paz. Aves grandes y pequeñas compartían sus alimentos sin egoísmo, construyendo un ambiente de amistad y solidaridad.

Y así, el bosque se convirtió en un lugar mágico donde las aves disfrutaban de la frescura de los árboles, la dulzura de los frutos y la paz que reinaba en cada rincón.

Y todo esto fue posible gracias a tres pequeñas aves valientes que supieron compartir su descubrimiento con generosidad.

FIN.

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