El Árbol de los Caminos



En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos, había un árbol gigante y mágico en el centro de un claro. Todos los habitantes lo conocían como el Árbol de los Caminos. Se decía que este árbol tenía la capacidad de mostrarte los caminos que podías seguir en tu vida. Un día, una pequeña niña llamada Lila, con una curiosidad inmensa y una sonrisa que iluminaba hasta el día más nublado, decidió aventurarse hacia el árbol.

- Hola, gran árbol, - dijo Lila, mientras acariciaba su corteza. - ¿Puedo conocer los caminos de mi vida?

El árbol, con un susurro suave como el viento, le respondió:

- Si, pequeña Lila. Para ver los caminos, deberás tomar decisiones. Cada elección te llevará por un sendero diferente. ¿Estás lista?

- ¡Sí! - exclamó Lila, con ojos brillantes de emoción.

El árbol comenzó a brillar, y de repente, todo a su alrededor se desvaneció. Lila se encontró en un mágico cruce de caminos.

- Elige una dirección: la senda azul o la senda dorada. - dijo el árbol, apareciendo de nuevo ante ella.

Si Lila decides tomar la senda azul, pase a la página 5.

Si prefiere la senda dorada, pase a la página 10.

Página 5: Al escolher la senda azul, Lila se topó con un grupo de niños que jugaban a la orilla de un río. Uno de ellos, un pequeño llamado Tomás, la invitó a unirse a ellos.

- Ven, Lila, ¡es muy divertido! - dijo Tomás, lanzando piedras al agua.

- Pero no sé jugar muy bien... - respondió Lila, un poco insegura.

- No te preocupes, ¡solo diviértete! - la alentó Tomás, sonriendo con confianza.

Ese día, Lila aprendió que no siempre se trataba de ser la mejor, sino de disfrutar y compartir momentos felices con amigos. Cuando el sol comenzó a ponerse, el árbol le habló de nuevo.

- Gracias a tu elección, conociste el valor de la amistad. Ahora, ¿quieres explorar otro camino?

Si Lila decide quedarse en el río, pase a la página 15.

Si decide regresar al árbol, pase a la página 20.

Página 10: Si eligió la senda dorada, Lila llegó a un hermoso campo lleno de flores y mariposas. Allí encontró a una anciana que tejía canasta. La anciana la miró y dijo:

- Buenas tardes, pequeña. ¿Te gustaría aprender a tejer?

- ¡Sí! Me encantaría, - respondió Lila entusiasmada.

La anciana enseñó a Lila a trenzar juncos y hacer hermosas canastas. Lila se dio cuenta de que, al igual que en el tejido, en la vida, cada hilo representaba una decisión, un momento.

Cuando Lila terminó su primera canasta, la anciana sonrió.

- Lo hiciste muy bien, pero recuerda, el arte lleva tiempo y práctica. -

Si Lila decide quedarse con la anciana para seguir aprendiendo, pase a la página 25.

Si decide regresar al árbol, pase a la página 30.

Página 15: Lila disfrutó de tantos juegos con sus nuevos amigos y decidió quedarse. El tiempo pasó volando. Cuando finalmente miró hacia el árbol, notó que se había oscurecido.

- Ah, ya es tarde. Tengo que irme, - dije Lila, despidiéndose de sus amigos.

Pasaron los días y Lila siguió visitando el río. Aprendió a nadar, pescar, y compartir sonrisas. Pero siempre recordaba al árbol, que continuamente le decía que las decisiones cotidianas pueden llevarte a orillas inolvidables.

Día tras día, Lila entendía que ella decidía sus caminos.

Página 20: Lila decidió regresar al árbol. Quería descubrir otros caminos. El árbol la recibió con alegría.

- Has aprendido sobre la amistad hoy. Pero hay más que puedes descubrir. -

- ¿Qué hay más allá de la senda azul y dorada? - preguntó Lila.

El árbol le mostró dos nuevas direcciones: la senda verde y la senda roja.

Si Lila elige la senda verde, pase a la página 35.

Si elige la senda roja, pase a la página 40.

Página 25: Lila se quedó con la anciana, aprendiendo a tejer. Con el tiempo, se convirtió en una gran artista. Fabricaba canastas para todos sus amigos y para su familia. La anciana le dijo:

- Has creado algo hermoso, pequeña. Así como en el tejido, en la vida hay que ser pacientes y perseverantes.

Cuando se despidió de la anciana, Lila, ahora una talentosa tejedora, decidió visitar al árbol nuevamente.

- Te he traído una canasta, gran árbol, - dijo Lila en el claro.

El árbol sonrió y le susurró a Lila que cada uno de sus caminos, llenos de decisiones y aprendizajes, la haría fuerte y sabia.

Página 30: Al regresar al árbol, Lila le compartió todas sus experiencias. El árbol la escuchó atentamente y le dijo:

- Cada decisión que tomaste te llevó a un nuevo aprendizaje. Ahora es tiempo de elegir otra senda. ¿Qué camino seguirás?

Nuevas sendas aparecieron, cada una simbolizando un nuevo aprendizaje y un nuevo reto. Así, Lila regresó cada vez al árbol, reconociendo que su vida estaba hecha de caminos, decisiones y aprendizajes.

En el pueblo, ahora circulaba el cuento de Lila y el Árbol de los Caminos, recordando a todos que están a cargo de sus propias historias.

Desde ese día, cuando veían a Lila, no solo veían a una niña, sino a una tejedora de sueños, de vivencias, de caminos inolvidables. Y el gran árbol fue testigo de cada uno de sus pasos, siempre mostrando nuevas sendas para explorar.

Y así, los habitantes aprendieron que en cada decisión, en cada elección, hay una historia esperando ser contada.

FIN.

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