El Árbol de los Deseos


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Frutal, un árbol muy especial. Este árbol no era como los demás, ya que daba frutos mágicos que tenían el poder de conceder deseos a quienes los comieran.

En Villa Frutal vivían dos amigos inseparables: Martina y Juan. Les encantaba jugar juntos en el bosque donde se encontraba el árbol especial.

Un día, mientras jugaban a las escondidas, descubrieron por casualidad al árbol con sus frutos brillantes y coloridos. Martina, con su curiosidad infinita, decidió probar uno de los frutos. Al darle un mordisco, vio cómo se iluminaba su rostro de emoción al sentir un cosquilleo en su estómago.

De repente, escucharon una voz dulce que les dijo:"¿Cuál es tu deseo más profundo?"Martina emocionada respondió: "¡Quiero ser la mejor pintora del mundo!"El árbol comenzó a brillar intensamente y de sus ramas empezaron a caer pinceles y lienzos de colores.

Martina no podía creerlo, ¡su deseo se había hecho realidad! Comenzó a pintar cuadros maravillosos que impresionaron a todo el pueblo. Juan, viendo la felicidad de su amiga, decidió probar también uno de los frutos mágicos.

Al hacerlo, cerró los ojos y pensó en su deseo más grande. "¡Quiero ser el futbolista más famoso del mundo!" -exclamó emocionado. De repente, el suelo tembló y apareció un balón dorado frente a él.

El balón cobró vida propia y empezó a hacer piruetas increíbles ante la mirada asombrada de Juan. Desde ese día, Juan se convirtió en el jugador estrella del equipo local y llevó al pueblo entero a la victoria en numerosos campeonatos.

Pero un día llegaron unos forasteros codiciosos al pueblo que supieron sobre los frutos mágicos del árbol especial. Decidieron llevarse todos los frutos para cumplir sus propios deseos egoístas.

Martina y Juan se dieron cuenta de lo que estaba pasando e idearon un plan para detenerlos. Con ingenio y valentía lograron recuperar los frutos justo a tiempo antes de que los forasteros escaparan con ellos. Al devolverlos al árbol especial, este les habló nuevamente:"Gracias por protegerme.

Como recompensa por tu bondad y valentía, cada uno recibirá un último deseo.

"Martina miró a Juan con complicidad y ambos dijeron al unísono:"¡Queremos que nuestro pueblo sea siempre feliz!"El árbol brilló intensamente una última vez y desde ese día Villa Frutal floreció como nunca antes lo había hecho. Todos vivieron felices sabiendo que tenían todo lo necesario para ser plenamente felices sin depender de deseos materiales.

Y así fue como Martina y Juan aprendieron la importancia de compartir, cuidar lo especial y trabajar juntos para crear la verdadera magia en sus vidas.

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