El árbol de los deseos


Un día, mientras Matteo, Isaías y Mirko jugaban en el parque, se toparon con un árbol mágico. Era enorme y sus ramas estaban llenas de frutas y flores brillantes. - ¡Miren! -exclamó Matteo emocionado-.

¡Es un árbol mágico! Isaías miró el árbol con asombro y preguntó:- ¿De verdad es mágico? - Sí, lo es -confirmó Matteo-. Si le pedimos un deseo, se nos concederá.

Mirko ladró felizmente al escuchar esto y los niños decidieron acercarse al árbol para pedir su deseo. - Yo quiero que nunca más discutamos entre nosotros -dijo Isaías con tristeza en su voz. - Eso es una buena idea -aprobó Matteo-. Yo también pido lo mismo.

Los dos hermanos se tomaron de la mano y cerraron los ojos fuertemente mientras pensaban en su deseo. De repente, el árbol comenzó a brillar intensamente y una luz cegadora envolvió a los tres amigos.

Cuando abrieron los ojos nuevamente, se dieron cuenta de que algo había cambiado. Ya no sentían ganas de pelear entre ellos, sino todo lo contrario: querían pasar tiempo juntos, jugar juntos y cuidarse mutuamente como verdaderos amigos.

- ¡Funcionó! -exclamaron al unísono-, nuestro deseo se cumplió gracias al árbol mágico. Desde ese día en adelante, Matteo e Isaías aprendieron a valorar el amor fraternal por encima de cualquier otra cosa. Aprendieron que la amistad y el respeto son más importantes que cualquier pelea o discusión.

Y así, gracias al árbol mágico y a su deseo concedido, los tres amigos vivieron felices para siempre, disfrutando de cada momento juntos y dejando atrás las peleas del pasado.

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