El árbol de los deseos



Era una tarde cálida en la pequeña ciudad de Villa Brillito. La Navidad se acercaba y todos los niños estaban muy emocionados. En el centro de la plaza había un enorme árbol de Navidad que todos esperaban con ansias. Tami y su mejor amigo Nico decidieron ir a verlo.

"- ¡Mirá qué grande es!", exclamó Tami al ver el árbol cubierto de luces brillantes y adornos de colores.

"- ¡Es impresionante!", dijo Nico. "- Pero, ¿cómo sabemos qué pedirle al árbol?"

Tami tuvo una idea. "- ¿Y si hacemos una lista de nuestros deseos?"

Los dos amigos se sentaron en un banco y empezaron a escribir. "- Yo quiero un perro que se llame Max ", dijo Tami. "- Y yo un robot que sepa bailar ", agregó Nico.

Mientras escribían, escucharon una risa proveniente del árbol. Sorprendidos, miraron a su alrededor y vieron a un pequeño duende llamado Lilo, que se asomó entre las ramas.

"- ¡Hola, pequeños!", dijo Lilo con una voz amigable. "- ¿Están escribiendo deseos para el árbol?"

"- Sí, pero nunca hemos hablado con un duende antes ", respondió Tami con curiosidad.

"- ¡Es mi trabajo! Venir a ayudarles a cumplir sus deseos. Pero hay algo que deben saber ", explicó Lilo. "- Este árbol no solo acepta deseos para juguetes, también necesita deseos de amor y bondad. ¿Pueden pensar en algo así?"

Nico y Tami se miraron, pensativos. Después de un momento, Tami sonrió. "- ¡Podemos desear que todos nuestros amigos tengan una Navidad feliz!"

"- Y que cada niño tenga un regalo bajo el árbol ", agregó Nico.

Lilo sonrió. "- ¡Esos son deseos maravillosos! Ahora, deben colgar sus tarjetas en el árbol para que el espíritu de la Navidad las escuche. "

Con mucho cuidado, Tami y Nico subieron y colgaron sus deseos en las ramas del árbol. Cuando lo hicieron, las luces comenzaron a parpadear aún más.

"- ¡Mirá!", gritó Tami llena de alegría. "- ¡El árbol está feliz!"

"- Sí, ¡y nosotros también!", dijo Nico.

Entonces, Lilo agitó su varita mágica y un viento suave sopló, llenando la plaza con un aroma a galletas de jengibre.

"- Recuerden, amigos ", dijo el duende. "- La verdadera magia de la Navidad está en dar y compartir lo que tenemos con los demás. "

Tami y Nico sintieron una calidez en sus corazones. "- ¡Gracias, Lilo!" dijeron al unísono.

Desde ese día, Tami y Nico se dedicaron a ayudar a otros, recolectando juguetes y alimentos para los que más los necesitaban.

Cuando llegó la Navidad, el árbol de deseos brillaba más que nunca y la plaza estaba llena de risas y alegría. La verdadera Navidad se sintió en los corazones de todos, gracias a los deseos de Tami y Nico.

Y así, no solo ellos, sino toda la ciudad aprendió que lo más hermoso de la Navidad es compartir y hacer felices a los demás.

FIN.

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