El Árbol de los Deseos



Era diciembre en la escuela Estrella Brillante, y los alumnos del aula 5 estaban emocionados por decorar el árbol de Navidad, una tradición que llevaban celebrando desde hace años. Pero este año, la maestra Clara quería hacer algo diferente.

La maestra reunió a sus alumnos en círculo y les dijo: "Chicos, este año quiero que nuestro árbol de Navidad sea especial. En lugar de solo decorarlo con adornos, vamos a llenar nuestras vidas de esperanza y deseos. ¿Qué les parece?"

Los alumnos se miraron entre sí, un poco confundidos pero entusiasmados.

"¿Y cómo lo hacemos?" preguntó Lucho, uno de los más inquietos de la clase.

"Gran pregunta, Lucho. Vamos a crear un árbol de los deseos. Cada uno podrá escribir su deseo en una tarjeta y la colocaremos en nuestro árbol. Puede ser un deseo para ellos o para alguien más," explicó la maestra Clara con una sonrisa.

"¡Eso suena genial! Yo deseo un perro" dijo Ana, moviendo su cabello rizado emocionada.

"Yo quiero que mi papá consiga trabajo," agregó Tomás, con la mirada en el suelo.

"Y yo deseo poder volar como Superman," gritó Pedro, llenando el aula de risas.

Y así, la clase se puso a trabajar con entusiasmo. Cada uno escribió su deseo en una tarjeta colorida. Cuando terminaron, el aula se llenó de un aire mágico, con las tarjetas brillando como si fueran estrellas en la noche.

La maestra Clara tomó una foto del árbol lleno de deseos y les dijo: "Ahora, no solo es un árbol de Navidad, es un árbol de esperanzas. Pero, ¿saben qué? No solo hay que tener deseos, también es importante hacer algo para cumplirlos. ¿Qué piensan?"

Los niños se pusieron a pensar. A medida que surgían ideas, los deseos empezaron a transformarse en acciones.

"Yo podría ayudar a Tomás a practicar para las entrevistas de trabajo de su papá!" dijo Rodrigo.

"Y yo puedo pasear el perro de Ana todos los días para que lo pueda cuidar mejor!" añadió Vicky.

"Y yo puedo organizar una merienda para que todos compartamos nuestros deseos y ideas para ayudarnos!" concluyó Clara, emocionada por la respuesta de sus alumnos.

La magia del árbol no solo inspiró a los alumnos a expresar sus deseos, sino que los llevó a actuar y a pensar en los demás.

Cada semana, el aula 5 se reunía para hablar sobre sus deseos y cómo estaban tratando de hacerlos realidad. Fue un mes lleno de risas, alegría y solidaridad.

Finalmente, llegó el día de la fiesta de Navidad. Los padres fueron invitados a compartir con los niños y la maestra Clara propuso a cada uno que compartiera un deseo. Cuando llegó el turno de Tomás, él se levantó nervioso.

"Mi deseo era que mi papá consiga trabajo. Pero lo que más deseo ahora es que todos aprendamos a apoyarnos, porque juntos, somos más fuertes," dijo con una gran sonrisa.

Los aplausos resonaron en el aula mientras la maestra Clara sintió una punzada de orgullo.

Al final de la fiesta, justo cuando todos se disponían a irse, Clara les dijo: "Recuerden, mis queridos alumnos, que lo que importa no son solo los deseos, sino cómo nos ayudamos unos a otros a cumplirlos. Y eso es lo que verdaderamente hace que nuestras vidas se llenen de magia."

Así, el aula 5 se despidió de otro año y, aunque el árbol de los deseos se desarmó, los corazones de los niños estaban llenos de esperanza, amistad y amor.

Cada año, luego de esa Navidad, los alumnos del aula 5 se aseguraron de seguir ayudándose unos a otros. Habían aprendido que los deseos se pueden cumplir, pero no solos, y que la amistad y la solidaridad son el verdadero regalo de la vida.

FIN.

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