El Árbol de los Deseos de María José



Era la víspera de Navidad y María José estaba muy emocionada. Este año, ella había plantado una semilla en su jardín y la había cuidado con tanto cariño que, para su sorpresa, había crecido un hermoso árbol.

"¡Mirá, mirá! ¡Mi árbol creció!" exclamó María José, saltando de alegría. Su mamá se acercó y sonrió.

"Sí, querida, hiciste un gran trabajo cuidándolo. Ahora vamos a decorarlo para Navidad," respondió su mamá con una sonrisa.

María José y su familia comenzaron a poner luces brillantes que parpadeaban como estrellas en el cielo. Pronto, el árbol se llenó de adornos coloridos: estrellas doradas, corazones de papel y hasta algunas bolas de plástico que brillaban con la luz de las lámparas.

"¡Es el árbol más bonito de todos!" gritó su hermano Lucas, mientras se subía a una escalera para colocar la estrella en la punta. Pero justo cuando estaba por llegar a la cima, ¡Zas! Se escuchó un ruidito extraña.

"¿Qué fue eso?" preguntó María José, mirando al árbol un poco asustada.

"Puede que sea un bicho, ¡no sé!" dijo Lucas mientras miraba por debajo de la escalera. Pero no había bicho alguno. La familia continuó adornando el árbol, hasta que, de repente, un pequeño pájaro apareció y se posó en una de las ramas.

"¡Mirá!" dijo María José, emocionada. "¡Es un pajarito que le gusta mi árbol!".

El pájaro parecía tan curioso que comenzó a cantar dulcemente. Tanto encajó en la atmósfera que todos comenzaron a bailar alrededor del árbol.

"¿Crees que le gusta la decoración, Mami?" preguntó María José.

"Creo que sí, hija. Tal vez le gustaría quedarse aquí y hacer de este su hogar," respondió la mamá, mientras trataba de tocar un poco a la ave.

Pero de pronto, el pajarito voló alrededor del árbol, como si estuviera buscando algo. María José lo observó atentamente y, de repente, se le ocurrió una idea brillante.

"¡Papá!" gritó. "¿Podemos hacer algo especial para el pajarito? ¡Podemos hacer una casita!"

"Es una gran idea, María José. Después de que terminemos de decorar, podemos construir una casita al lado de tu árbol," dijo papá mientras sonreía.

"¡Sí! ¡Vamos a hacerlo!" dijo María José con gran entusiasmo.

Así que, tras terminar de decorar, la familia se reunió en el taller. Sacaron maderas y herramientas y comenzaron a trabajar en la casita para el pájaro. Con cada clavo que atornillaban y cada maderita que colocaban, el corazón de María José se llenaba de alegría. Finalmente, después de mucho esfuerzo, la casita estuvo lista.

"¡Listo! ¡Tuve una idea que le va a encantar!" dijo María José mientras ponía la casita cerca del árbol, junto a una bandeja con migas de pan.

"¿Y ahora, la invitamos?" preguntó Lucas, emocionado.

"¡Claro! ¡Venga, pájaro, tenemos una casa para vos!" gritó María José.

El pajarito se acercó tímidamente, miró la casita y comenzó a piar felizmente. Saltó hacia las migas y luego se posó en su nueva morada.

"Es como si entendiera lo que hicimos. Le encantó su nuevo hogar," dijo María José, sonriendo de oreja a oreja.

Y así, con el árbol decorado, el pájaro feliz en su casa, y la promesa de una nueva y querida amistad, María José entendió no solo lo bello que era dar, como lo que había hecho al ayudar al pajarito, sino también la importancia de cuidar a los seres que nos rodean para tener un mundo mejor.

Al caer la noche, la familia se sentó a contemplar el árbol iluminado y escucharon el hermoso canto del pájaro.

"¡Feliz Navidad!" exclamaron todos juntos, mientras el espíritu de la Navidad llenaba sus corazones de amor y alegría.

FIN.

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