El árbol de los pensamientos positivos


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Pensamentia, donde todos los habitantes vivían bajo el dominio de sus propios pensamientos.

En este lugar mágico, los pensamientos eran seres que flotaban en el aire y se metían en la mente de las personas. Los pensamientos podían ser buenos o malos, dependiendo de cómo los alimentaran. Si las personas tenían pensamientos positivos y constructivos, su vida era feliz y llena de alegría.

Pero si permitían que los pensamientos negativos tomaran el control, se sentían tristes y desanimados. En Pensamentia vivía una niña llamada Lucía, quien siempre tenía la cabeza llena de ideas maravillosas y positivas.

Su mejor amiga era su abuela Rosa, una mujer sabia que le enseñaba a mantener sus pensamientos brillantes. Un día, mientras paseaban por el parque del pueblo, Lucía notó algo extraño: había un grupo de personas reunidas alrededor del viejo árbol del centro. Se acercaron para ver qué estaba pasando.

- ¿Qué está ocurriendo aquí? -preguntó Lucía con curiosidad. - ¡Mira ese árbol! -exclamó uno de los vecinos-. Los malos pensamientos han tomado forma física y están atrapados en él. Estamos intentando encontrar una solución para liberarlos.

Lucía no podía creer lo que veían sus ojos. El árbol estaba cubierto por ramas oscuras y retorcidas que parecían tener vida propia. Los pensamientos negativos habían tomado posesión del árbol más antiguo del pueblo.

Decidida a ayudar, Lucía se acercó al árbol y tocó una de las ramas oscuras. De repente, sintió una oleada de pensamientos negativos invadiendo su mente. - ¡No te acerques más! -gritó su abuela Rosa-.

Los pensamientos negativos pueden dominarte si les das poder. Lucía cerró los ojos y recordó las palabras de su abuela. Respiró profundamente y se concentró en sus pensamientos positivos. Imaginó un rayo de luz que salía de su corazón y envolvía el árbol oscuro.

Poco a poco, las ramas comenzaron a enagarrarse y volverse más claras. Los pensamientos negativos se debilitaban ante la fuerza del amor y la positividad que Lucía irradiaba.

Finalmente, el árbol volvió a recuperar su aspecto original: hermoso, frondoso y lleno de vida. Los malos pensamientos habían sido erradicados gracias al poder del amor y los buenos pensamientos. El pueblo entero celebraba la victoria sobre los pensamientos negativos.

A partir de ese día, todos aprendieron la importancia de mantener sus mentes llenas de ideas positivas para no permitir que los malos pensamientos tomaran el control. Lucía se convirtió en la heroína del pueblo y fue reconocida por su valentía y sabiduría.

Desde aquel día, Pensamentia vivió en armonía con sus propios pensamientos, disfrutando cada momento con alegría y felicidad. Y así termina nuestra historia queridos niños, recordemos siempre que nuestros pensamientos son como semillas que plantamos en nuestro jardín mental.

Si elegimos sembrar pensamientos positivos, cosecharemos una vida llena de felicidad y amor.

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