El árbol de los secretos
Había una vez un niño llamado Tomás que vivía en una pequeña casa en las afueras de la ciudad.
A pesar de tener todo lo que necesitaba, se sentía muy triste porque sus padres siempre estaban ocupados con sus trabajos y no le prestaban atención. Tomás pasaba los días jugando solo en su habitación, mirando por la ventana y deseando poder pasar más tiempo con sus padres.
Ellos llegaban tarde por la noche, cansados y sin ganas de hablar. La comunicación entre ellos era casi nula, y Tomás se sentía cada vez más solo. Un día, mientras Tomás paseaba por el parque cerca de su casa, se encontró con un viejo árbol.
Se sentó a su sombra y comenzó a contarle todos sus problemas. Para su sorpresa, el árbol pareció escucharlo atentamente y le habló con una voz cálida y amigable. "-Hola Tomás, veo que estás triste.
¿Qué te pasa?"Tomás se sorprendió al escuchar al árbol hablar, pero decidió contarle todo lo que le preocupaba. Habló sobre cómo se sentía abandonado por sus padres y cómo anhelaba pasar más tiempo juntos.
El árbol escuchó con paciencia y luego le dijo: "-Tomás, a veces las personas están tan ocupadas que se olvidan de lo realmente importante en la vida. Pero eso no significa que no te amen. Debes ser fuerte y buscar maneras de acercarte a ellos.
"Con estas palabras en mente, Tomás regresó a casa decidido a cambiar las cosas. Esa misma noche, esperó a que sus padres llegaran del trabajo y les propuso jugar un juego juntos.
Para su sorpresa, aceptaron encantados y pasaron horas riendo y divirtiéndose como nunca antes. Desde ese día, Tomás aprendió que la comunicación es clave en cualquier relación y que siempre hay formas de acercarse a los demás si uno está dispuesto a intentarlo.
Sus padres también comprendieron lo importante que era pasar tiempo juntos como familia, y poco a poco fueron construyendo una relación más sólida y amorosa.
Y así, gracias al consejo del viejo árbol sabio, Tomás descubrió el verdadero valor del amor familiar y nunca volvió a sentirse solo o triste otra vez.
FIN.