El Árbol de los Sueños
En un hermoso bosque lleno de colores vibrantes, había un árbol muy especial llamado Olmo. Durante el otoño, sus hojas doradas caían suavemente al suelo y se esparcían, creando un manto de oro. Pero Olmo no era un árbol cualquiera; tenía la capacidad de hablar y sentir, aunque en ocasiones se sentía un poco cansado de ver cómo pasaban los días.
Un día, una pequeña niña llamada Lila paseaba por el bosque. Tenía una sonrisa brillante, pero en su corazón había un pequeño asomo de tristeza. Cuando llegó hasta el árbol, se detuvo y se sentó a su sombra.
"Hola, árbol. ¿Por qué estás tan callado hoy?" - preguntó Lila.
Olmo suspiró con suavidad y respondió:
"Hola, pequeña. Siento un poco de cansancio, he visto tantas estaciones pasar y, aunque me gusta oír las risas de los niños como tú, a veces me asola la tristeza del otoño, cuando mis hojas deben caer."
Lila frunció el ceño.
"Pero, ¿no ves cómo el viento juega con tus hojas? Ellas parecen danzar. Cada caída es una nueva aventura. ¡Deberías alegrarte!"
Olmo sonrió lentamente, comprendiendo que Lila tenía razón.
"Es verdad, pero a veces me preocupa no ser tan hermoso como solía ser."
"¡Eso no es cierto!" - exclamó Lila. "Tu belleza no solo está en tus hojas, sino en lo que has vivido y compartido con los demás."
Olmo se sintió un poco más alegre. Sin embargo, entonces Lila lo miró con una expresión preocupada.
"Pero yo también me siento un poco cansada. La escuela es difícil y a veces siento que no puedo más."
El árbol entendió ese sentimiento.
"A veces, cuando sentimos que no podemos más, lo mejor es descansar y buscar alegría en las pequeñas cosas, como el canto de los pájaros o el brillo del sol en las hojas."
Lila sonrió y observó las hojas danzar.
"Tienes razón. Quizás puedo concentrarme en las cosas que amo. ¿Vamos a contar historias? Yo puedo empezar."
"¡Eso suena genial! Estoy listo para escuchar."
Lila comenzó a narrar cuentos de valientes caballeros y mágicas criaturas. Olmo escuchaba con atención, imbuido en la potente imaginación de la niña. Pero pronto, comenzaron a surgir nubes en el cielo y el viento se tornó fuerte.
"Oh no, parece que vienen tormentas. ¡Dame un poco de tiempo, no me quiero ir!" - dijo Lila con nerviosismo.
Oliver se estremeció al ver la preocupación en el rostro de su amiga.
"No te asustes, pequeña. Solo sugiere que el cambio también puede ser hermoso. Tal vez la tormenta limpie el aire y prepare la llegada de cosas nuevas. ¡Vamos a refugiarnos juntos!" - Sugirió Olmo.
Lila aceptó y ambos se resguardaron bajo la amplia copa del árbol. Mientras la lluvia caía, Lila continuó relatando más historias, y Olmo sintió que su cansancio se desvanecía entre las risas y la alegría de la niña.
De repente, un rayo iluminó el cielo, y luego se escuchó un fuerte trueno. Lila se sintió asustada y se abrazó al tronco de Olmo.
"¡Olmo, tengo miedo!" - gritó Lila.
"No tengas miedo, Lila. La tormenta pasará, igual que el cansancio. Siempre hay un nuevo comienzo después de una lluvia. ¡Mira, el arcoíris está al final!" - dijo Olmo, señalando su copa más alta donde se divisaban colores brillantes al salir el sol.
Al terminar la tormenta, un espléndido arcoíris apareció en el cielo. Lila salió corriendo bajo su luz brillante, sintiendo una nueva alegría en su corazón.
"¡Mirá, Olmo! ¡Es maravilloso! ¡Tienes razón! Cada temporadita, cada lluvia, trae consigo lo mejor!"
"Así es, mi pequeña amiga. A veces nos sentimos cansados y tristes, pero siempre hay algo hermoso adelante, solo hay que tener paciencia y esperar."
Lila le dio las gracias a Olmo, y juntos se sentaron a disfrutar del espectáculo de colores. Con el paso del tiempo, se despidieron, pero sabían que volverían a encontrarse.
Así, el árbol aprendió a ver cada otoño como una oportunidad de renacer y dar vida a nuevas historias; y la niña, a encontrar alegría aún en los días grises. En su amistad, descubrieron que a veces hay que pasar por momentos de cansancio y miedo para llegar a la alegría, como las hojas que caen para pronto brotar en primavera.
FIN.