El Árbol de los Sueños
Era una tarde mágica de diciembre en la pequeña ciudad de Villanueva. Dos hermanos, Valentina y Tomás, estaban muy emocionados porque por fin había llegado el momento de decorar el árbol de Navidad en su casa. Valentina, con su cabello rizado y brillante, llevaba una estrella dorada en la mano. Tomás, un poco más pequeño, tenía una gran bolsa llena de adornos de colores.
"¡Vamos, Tomi! ¡El árbol no se va a decorar solo!" - gritó Valentina con alegría.
"Sí, sí, ya voy, pero es que estos adornos son tan pesados" - respondió Tomás, esforzándose por cargar la bolsa.
Cuando entraron a la sala, el árbol estaba erguido, cubierto apenas por un manto verde brillante. Valentina colocó la estrella en la punta del árbol, mientras Tomás le daba un giro a una guirnalda colorida.
"¡Mirá, Valen! ¡Quedó perfecto!" - exclamó.
Sin embargo, justo cuando estaban colocando los últimos adornos, un fuerte viento sopló por la ventana, y el árbol empezó a tambalearse peligrosamente.
"¡Cuidado con la estrella!" - gritó Valentina, mientras trataba de sostener el árbol con ambas manos.
El árbol parecía tener vida propia y, de repente, un adornito de vidrio cayó al suelo y se rompió.
"¡Oh, no!" - dijo Tomás, mirando los fragmentos con tristeza. "Era mi favorito..."
"No te preocupes, Tomi. Podemos hacer otros adornos, más bonitos y que estén hechos con nuestra propia creatividad." - sugirió Valentina.
Con un nuevo impulso, decidieron crear decoraciones únicas. Valentina sacó papel de colores, tijeras y pegamento de su caja de manualidades, mientras Tomás buscaba unos viejos discos compactos que tenían por casa.
"Vamos a hacer adornos con estos CDs, ¡serán como espejos brillantes!" - propuso Tomás.
"¡Genial idea! Además, podemos dibujarles cosas lindas para que sean aún más especiales." - agregó Valentina emocionada.
Ambos comenzaron a trabajar en sus adornos mientras se llenaban de risas y alegría. Valentina recortaba formas de estrellas y corazones, mientras Tomás pintaba en los CDs dibujos de animales y flores.
De repente, se les ocurrió hacer un gran adorno en conjunto. Era un círculo gigante hecho con papel, donde cada uno podía colocar algo que le gustaba de la Navidad.
"Yo voy a poner mi dibujo de un reno y una casa llena de regalos." - dijo Tomás entusiasmado.
"Y yo voy a dibujar un árbol con muchas luces. ¡Así siempre nos recordará nuestro momento juntos!" - respondió Valentina.
Cuando terminaron, se dieron cuenta de que sus adornos nuevos eran mucho más hermosos que los antiguos. Con más seguridad, empezaron a colgarlos en el árbol, y al finalizar, el árbol brilló con colores vivos y formas únicas.
"Mirá, Tomi, quedó espectacular!" - dijo Valentina, mirando con orgullo su creación.
"Es el mejor árbol de Navidad de todos los tiempos. ¡Y lo hicimos nosotors!" - añadió Tomás, con una sonrisa de oreja a oreja.
Y así, cada vez que miraban el árbol, recordaban no solo la decoración, sino el momento valioso de compartir y crear algo hermoso juntos. Comprendieron que no necesitaban adornos perfectos, sino el amor y la alegría de estar juntos. Al caer la noche, encendieron las luces y sus rostros se iluminaron con el resplandor del árbol de los sueños.
En ese instante, Valentina y Tomás aprendieron que la verdadera magia de la Navidad reside en la creatividad, el trabajo en equipo, y sobre todo, en los momentos compartidos con aquellos que amamos.
FIN.