El árbol de los sueños
Había una vez en el barrio de Villa Feliz dos amigos muy especiales llamados Ludmila y Gonza. Ludmila era una niña alegre y curiosa, siempre dispuesta a explorar el mundo que la rodeaba.
Gonza, por otro lado, era un niño dulce y valiente, que siempre estaba ahí para cuidar de sus amigos. Un día soleado, mientras jugaban en el parque, Ludmila le preguntó a Gonza si quería ir al cine con ella.
A Gonza se le iluminaron los ojos y aceptó emocionado. Esa noche, vestidos con sus mejores ropas, fueron juntos al cine y disfrutaron de una película llena de aventuras. Después del cine, Ludmila y Gonza se sentaron en un banco del parque para descansar.
Mientras conversaban sobre la película, algo inesperado sucedió: un globo rojo volando por el aire se les acercó lentamente hasta posarse frente a ellos.
- ¡Miren! - exclamó Ludmila sorprendida - ¡Es un globo mágico! Sin pensarlo dos veces, ambos niños tomaron las cuerdas del globo y comenzaron a volar por encima de las nubes. El viento soplaba suavemente mientras ellos reían y disfrutaban de la maravillosa vista desde las alturas.
De repente, el globo mágico los llevó hacia una hermosa isla flotante en medio del cielo. En esa isla había árboles llenos de caramelos gigantes y ríos hechos de chocolate derretido. Era como estar dentro de un sueño hecho realidad.
Ludmila y Gonza comenzaron a explorar la isla y se encontraron con una casa de jengibre. Al entrar, se sorprendieron al ver a dos pequeñas criaturas mágicas: un hada llamada Melisa y un elfo llamado Mateo.
- ¡Bienvenidos a nuestro hogar! - dijo el hada Melisa con una sonrisa radiante. Los niños entablaron amistad rápidamente con las criaturas mágicas y pasaron días maravillosos jugando juntos. Pero pronto llegó el momento en que Ludmila y Gonza tuvieron que regresar a casa.
Antes de partir, Melisa les entregó un regalo especial: una semilla mágica que podría hacer realidad cualquier deseo. Los niños estaban emocionados por este regalo tan especial y prometieron utilizarlo sabiamente.
De vuelta en Villa Feliz, Ludmila y Gonza decidieron plantar la semilla en el parque donde siempre jugaban juntos. Cuidaron de ella día tras día, hasta que finalmente creció un árbol hermoso con hojas brillantes como el oro.
Un día, mientras ambos se sentaban bajo la sombra del árbol mágico, recordaron su increíble aventura en la isla flotante. Entonces, mirándose fijamente a los ojos, se dieron cuenta de algo muy importante: se habían enamorado durante su viaje.
- Ludmila - dijo Gonza tímidamente - ¿Te gustaría ser mi novia? Ludmila sonrió ampliamente y respondió:- ¡Claro que sí! Me encantaría ser tu novia, Gonza. Desde ese día, Ludmila y Gonza se convirtieron en la pareja más feliz de Villa Feliz.
Juntos, crecieron y aprendieron el verdadero significado del amor y la amistad. Un día, mientras caminaban por el parque, Ludmila notó algo brillante en el suelo. Era un anillo de compromiso que parecía haber caído del cielo. Gonza tomó el anillo y se arrodilló frente a Ludmila.
- Ludmila - dijo emocionado - ¿Te gustaría casarte conmigo? Ludmila no podía contener su emoción y gritó:- ¡Sí! ¡Sí quiero casarme contigo, Gonza! Así, Ludmila y Gonza celebraron una boda llena de alegría y amor rodeados de sus amigos y familiares.
Bailaron toda la noche bajo las estrellas al ritmo de la música alegre. Y así termina nuestra historia, con un beso lleno de felicidad entre Ludmila y Gonza.
Demostrándonos que cuando hay amor verdadero y amistad sincera, los sueños pueden hacerse realidad. Fin.
FIN.