El árbol de manzana de mi vecino



En un pequeño barrio de Buenos Aires, vivía una niña llamada Lila. Lila tenía una imaginación desbordante y siempre soñaba con aventuras. Su casa estaba rodeada de muchas flores de colores, pero lo que más le llamaba la atención era el enorme árbol de manzanas que tenía su vecino, el señor Gómez. Este árbol no solo producía manzanas deliciosas, sino que estaba repleto de hojas verdes y frondosas que parecían querer contar secretos al viento.

Un día, mientras Lila estaba en su jardín, vio al señor Gómez mirando triste su árbol. Decidida a averiguar qué pasaba, se acercó y le preguntó:

"¿Por qué estás tan triste, señor Gómez?"

"Oh, Lila, es que este año las manzanas no han crecido como esperaba. Creo que el árbol está enfermo. No sé qué hacer."

A Lila le dio una idea brillante.

"¿Y si hacemos una fiesta de manzanas para alegrar el árbol? Quizás si el árbol ve que lo queremos, dé más frutos."

El señor Gómez se sorprendió por la ocurrencia de la niña:

"No sé si eso funcionará, pero me parece una idea maravillosa. ¡Hagámoslo!"

Así que Lila y el señor Gómez comenzaron a planear la fiesta. Invitaron a todos los vecinos de la cuadra y prepararon juegos, música y muchos postres de manzana. Lila pensó en cada detalle, desde el cartel que decía "Fiesta de Manzanas" hasta los globos que llenarían el aire.

El día de la fiesta, el sol brillaba y el aroma de las manzanas llenaba el ambiente. Todos los vecinos llegaron, llenos de sonrisas y ganas de compartir. Lila, emocionada, se acercó al árbol y le dijo:

"¡Querido árbol, mira cuánta gente te quiere! ¡Hoy es tu día!"

A medida que la fiesta avanzaba, todos se divertían y se olvidaban del problema del árbol. De repente, Lila escuchó un susurro fuerte que provenía de las ramas. Sorprendida, miró hacia arriba y vio que una manzana brillante caía lentamente hacia el suelo.

La multitud se quedó en silencio mientras la manzana aterrizaba suavemente al lado de Lila. Ella la recogió

"¡Miren! ¡El árbol ha respondido a nuestro amor!"

Todos aplaudieron y comenzaron a notar que, poco a poco, más manzanas caían del árbol. El señor Gómez sonreía con lágrimas de alegría en los ojos.

"Nunca pensé que esto sucedería, Lila. ¡Nuestros esfuerzos están dando frutos!"

La fiesta continuó, y al final del día, el árbol estaba cubierto de manzanas. Cada vecino se llevó unas cuantas manzanas a casa, y Lila se sintió feliz, no solo por la fiesta, sino porque había aprendido que a veces, con un poco de esfuerzo y amor, se pueden lograr cosas maravillosas.

Al pasar los días, Lila y el señor Gómez cuidaron juntos del árbol. Le regaban y le hablaban. Lila también empezó a aprender sobre el cuidado de las plantas y cómo alimentarlas para que crecieran fuertes y sanas. Así, el árbol de manzanas no solo se recuperó, sino que prosperó más que nunca. Las manzanas eran las más dulces que jamás había probado, y todos los vecinos lo celebraban cada temporada de cosecha.

Lila se dio cuenta de que a veces se pueden solucionar los problemas con amor y trabajo en equipo. Y todo comenzó con una simple idea: hacer una fiesta. Desde entonces, cada año, el barrio celebraba la "Fiesta de Manzanas" y cada año el árbol era más fuerte y más hermoso.

"El amor y el cuidado son las mejores cosas que le podemos dar a la naturaleza", dijo el señor Gómez un día, mientras Lila recolectaba manzanas.

"Sí, señor Gómez, y siempre podemos encontrar formas creativas para ayudar a los que nos rodean", respondió Lila con una sonrisa.

Así, el árbol de manzanas del vecino se convirtió en un símbolo de amistad y cooperación en la comunidad, recordándoles a todos que, juntos, podían hacer frente a cualquier desafío.

Fin.

FIN.

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