El árbol de manzanas


Había una vez un pequeño pueblo en la provincia de Buenos Aires llamado San Martín. En ese pueblo vivían cuatro amigos: Felipe, Flor, Naruto y Simona.

Los cuatro eran inseparables y siempre estaban juntos jugando y explorando su entorno. Un día, mientras caminaban por el campo, vieron a lo lejos un hermoso árbol de manzanas. Todos se emocionaron al verlo porque sabían que sería divertido trepar y recolectar las frutas.

Pero antes de que pudieran acercarse al árbol, apareció un hombre malvado y les dijo:- ¡Ese árbol es mío! No pueden tocar ni una sola manzana. Los niños se sintieron tristes y decepcionados al escuchar esto, pero no querían rendirse tan fácilmente.

Decidieron pensar en una estrategia para poder obtener algunas manzanas sin molestar al dueño del árbol. Flor tuvo una idea brillante: podrían pedirle permiso al hombre para tomar unas cuantas manzanas a cambio de hacerle compañía mientras trabajaba en su huerta.

Todos estuvieron de acuerdo con la idea así que fueron a hablar con el hombre. - Señor, ¿podríamos pedirle permiso para tomar algunas manzanas? - preguntó Flor con una sonrisa amable. El hombre los miró sorprendido pero luego sonrió también.

- Claro que sí, jóvenes. Pero tendrán que ayudarme en mi huerta durante toda la tarde - dijo el hombre guiñándoles un ojo.

Los niños aceptaron la propuesta sin dudarlo ya que sabían que valdría la pena por tener las deliciosas manzanas. Así que se pusieron manos a la obra y trabajaron duro en la huerta del hombre.

Al final de la tarde, el hombre les dio algunas manzanas como prometió y los niños se sintieron muy felices y orgullosos de su trabajo. Pero lo mejor de todo fue que el hombre les dijo:- Me han demostrado que son buenos amigos y personas trabajadoras.

Por eso, les doy permiso para tomar todas las manzanas que quieran cada vez que vengan aquí. Los cuatro amigos saltaron de alegría al escuchar esto y se abrazaron emocionados. Ahora podían disfrutar del árbol sin preocuparse por molestar al dueño.

Desde ese día, Felipe, Flor, Naruto y Simona visitaban regularmente la huerta del hombre para ayudarlo en su trabajo y recolectar manzanas juntos. Aprendieron una valiosa lección sobre el valor del trabajo en equipo, la amabilidad hacia los demás y cómo resolver problemas de manera pacífica.

Y así vivieron felices para siempre en San Martín... tomando mate bajo la sombra del árbol de manzanas mientras recordaban aquella aventura inolvidable.

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