El Árbol de Navidad Vacío
Era una mañana fría en diciembre y la familia Martínez se preparaba para la llegada de la Navidad. Papá había traído un enorme árbol de Navidad, pero estaba vacío.
"¿Cuándo vamos a decorarlo, papá?" - preguntó el hijo mayor, Lucas, con una sonrisa en su rostro.
"Esperemos a que estemos todos juntos primero" - respondió papá con una mirada cómplice.
"¡Pero yo quiero empezar ya!" - protestó el hijo menor, Tomi, saltando de un pie al otro.
La familia se reunió en la sala, pero con mucha preocupación. La abuela Elena había olvidado su receta favorita para el ponche navideño, y su tía Sofía estaba ansiosa porque había prometido traer las galletitas de jengibre, pero no sabía si le quedaban los ingredientes.
"¡No se preocupen!" - dijo la mamá, siempre optimista. "Podemos hacer una lista de lo que necesitamos y salir todos juntos de compras. Así aprovechamos y conversamos en el camino."
"¡Sí!" - exclamó Tomi, emocionado por la idea de salir.
Mientras se preparaban para la salida, el árbol seguía allí, imponente, pero vacío. Todos sentían que algo le faltaba.
La abuela Elena comentó: "Un árbol vacío no se siente como Navidad. Necesitamos ponerle algo que simbolice el amor y la unión familiar".
"Pero, ¿qué?" - preguntó Lucas mirándolo.
Todos se pusieron a pensar cuando de repente a Tomi se le ocurrió una idea.
"¡Podemos hacer adornos! Cada uno de nosotros puede hacer uno que simbolice algo que amemos de la familia".
"¡Es una gran idea!" - dijo la mamá. "Así no solo decoramos, sino que también recordamos lo que más valoramos. Cada adorno contará una historia."
Después de escribir la lista de compras, la familia salió a buscar los materiales necesarios. Se apagaron las preocupaciones y la diversión llenó el aire mientras charlaban y reían en la tienda.
Ya de regreso en casa, era hora de crear. La abuela Elena se puso a hacer un adorno en forma de galletita, simbolizando las recetas que siempre preparaba para todos.
"Esto representa todos los momentos dulces que pasamos juntos. ¡Es esencial en nuestra familia!" - dijo ella, sonriendo.
"Yo haré un trompo, porque en familia siempre estamos girando alrededor los unos de los otros, apoyándonos" - dijo Lucas.
"Yo quiero hacer una estrella, porque siempre siento que brillamos juntos" - expresó Tomi con entusiasmo.
"Y yo un corazón, porque el amor es lo que nos une" - añadió mamá.
"Yo haré un árbol pequeño, porque espero que siempre nuestra familia crezca unida" - dijo la tía Sofía.
Cada uno se sumergió en la creación de sus adornos, con risas y recuerdos compartidos. Con cada adorno, el árbol empezaba a tomar vida.
Una vez que terminaron, encendieron las luces y colocaron los adornos en el árbol. Cuando terminaron, el árbol ya no era vacío; era un hermoso símbolo de su amor y unión familiar.
"¡Miren lo que hemos creado juntos!" - exclamó Tomi, sus ojos brillando.
"Es precioso, ¡más hermoso que cualquier árbol de una tienda!" - dijo Lucas.
"Definitivamente, hemos llenado este árbol de felicidad y recuerdos" - añadió papá, orgulloso de su familia.
La familia Martínez aprendió que lo más maravilloso de la Navidad no son los adornos comprados, sino los momentos compartidos juntos. Esa Navidad sería recordada no solo por el árbol, sino por la unión y el amor que los envolvió.
Así, el árbol continuó brillando en la sala, lleno de historias y amor, recordándoles que el mejor regalo era estar juntos.
FIN.