El árbol de Pedro
. Desde que era muy pequeño, Pedro esperaba con ansias el momento en que su familia decoraba el árbol de navidad. Cada año, se aseguraba de que todo estuviera perfecto.
Colocaba las luces y las guirnaldas con mucho cuidado, y siempre encontraba la manera más creativa de colocar las bolas y los adornos. Un día, mientras Pedro caminaba por el pueblo, vio un cartel en una tienda que decía: "¡Concurso del árbol de navidad más hermoso!".
Sus ojos brillaron de emoción al leerlo. Sabía que tenía que participar y ganar ese concurso. Pedro llegó a casa emocionado y le contó a su familia sobre el concurso.
Todos lo animaron a dar lo mejor de sí mismo y le prometieron ayudarlo en todo lo posible. Los días pasaron rápidamente y llegó la noche antes del concurso. Pedro estaba tan nervioso que apenas podía dormir.
Se levantó temprano esa mañana para terminar los últimos detalles en su árbol. Cuando llegó al lugar del concurso, quedó impresionado por la belleza de los otros árboles. Eran altos, llenos de adornos lujosos y luces parpadeantes. Pedro comenzó a sentirse inseguro sobre su propio árbol.
El jurado recorrió cada uno de los árboles juzgando su belleza y originalidad. Cuando finalmente llegaron al árbol de Pedro, él cruzó los dedos esperando lo mejor.
"- ¡Wow! Este es un árbol muy especial", dijo uno de los jueces mientras admiraban el trabajo hecho por Pedro. "- Me encanta cómo has utilizado elementos naturales como piñas y ramas para adornarlo". Pedro sonrió de oreja a oreja, sintiéndose orgulloso de su creatividad.
Aunque su árbol no era el más grande o lujoso, había logrado destacar por su originalidad. Cuando llegó el momento de anunciar al ganador, todos los ojos estaban puestos en Pedro.
El presentador del concurso abrió el sobre y dijo: "- Y el ganador es... ¡Pedro!". El pequeño niño saltó de alegría y corrió hacia el escenario para recibir su premio. Todos aplaudieron emocionados por él. A partir de ese día, la fama de Pedro se extendió por todo el pueblo.
La gente comenzó a pedirle consejos sobre cómo decorar sus árboles y él siempre estaba dispuesto a ayudarlos.
Pedro aprendió una lección muy importante: no importa si no tienes lo más grande o lo más costoso, lo que realmente importa es ponerle amor y creatividad a todo lo que haces. Desde entonces, cada año Pedro seguía decorando su árbol con la misma pasión e ilusión que siempre había tenido.
Y aunque nunca volvió a participar en otro concurso, sabía que ya tenía algo mucho más valioso: la felicidad de hacer algo que amaba y compartirlo con los demás.
FIN.