El árbol encantado
Había una vez un nene llamado Tomás que se había perdido en el bosque. Estaba muy asustado y no sabía cómo encontrar su camino de regreso a casa.
Caminó y caminó, pero todo parecía igual, árboles por todas partes. Finalmente, después de mucho caminar, llegó a un claro donde encontró un árbol enorme y hermoso. Se acercó para examinarlo mejor y notó que tenía una puerta pequeña en la base del tronco. - ¡Vaya! -exclamó Tomás-.
Nunca había visto algo así antes. Decidió investigar más adentro del árbol e ingreso por la puerta. Descubrió que dentro del árbol había una especie de cueva con luz natural proveniente de pequeñas ventanas ubicadas en las ramas superiores.
Todo estaba hecho con madera tallada a mano y era impresionante. Tomás comenzó a explorar la cueva hasta que encontró al dueño del lugar: un duende viejito con barba blanca como la nieve, vestido con ropa verde brillante.
- ¡Hola! -dijo Tomás-. Me he perdido en el bosque ¿podrías ayudarme? El duende sonrió amablemente y le dijo:- Claro que sí, joven amigo.
Pero primero, ¿te gustaría tomar algo? El duende llevó a Tomás hacia una mesa llena de comida y bebida. Había frutas frescas, galletas recién horneadas y jugo de manzana recién exprimido.
Después de comer juntos, el duende preguntó:- Dime Tomás ¿Cómo pudiste encontrar mi hogar secreto? Tomás le explicó que estaba perdido y había encontrado la puerta en el árbol. - Bueno, Tomás -dijo el duende-, si quieres encontrar tu camino de regreso a casa, debes buscar la respuesta dentro de ti mismo. Piensa en las cosas que amas y te hacen feliz.
Esa es la clave para encontrar tu camino. Tomás reflexionó por un momento y se dio cuenta de que extrañaba mucho a su familia y su perro.
Recordó cómo se sentía cuando estaba con ellos y se llenó de alegría. - ¡Lo tengo! -exclamó Tomás-. Si me enfoco en lo que amo, podré encontrar mi camino de regreso a casa. El duende sonrió orgulloso mientras ayudaba a Tomás a salir del árbol.
Con una sonrisa en el rostro, Tomás comenzó a caminar hacia su hogar con confianza en sí mismo. Finalmente, después de un largo viaje, llegó a casa sano y salvo.
Su familia lo recibió con abrazos cálidos y amorosos como nunca antes habían hecho. Desde ese día, Tomás aprendió una valiosa lección gracias al duende: siempre hay una solución inesperada si miramos dentro de nosotros mismos. Y así vivieron felices para siempre.
FIN.