El árbol enfadado y los robots amigos



Había una vez, en un lejano lugar llamado Robolandia, tres robots muy valientes y poderosos. El robot negro era el más fuerte y tenía una ametralladora que disparaba rayos láser a gran velocidad.

El robot verde era muy ágil y podía saltar alturas increíbles. Y el robot azul era experto en defensa, contando con un escudo impenetrable. Un día soleado, mientras los tres amigos exploraban el bosque de Robolandia, se encontraron con un árbol verde bastante peculiar.

Este árbol tenía caras feas talladas en su tronco y ramas retorcidas que parecían brazos amenazadores. Los robots se sintieron desafiados por aquel extraño ser vegetal.

El robot negro apuntó su ametralladora hacia el árbol y gritó: "¡Prepárense para la batalla! ¡No permitiremos que este árbol nos asuste!".

Pero antes de que pudiera disparar, el robot verde intervino: "Espera un momento, amigo negro; ¿no crees que deberíamos intentar entender por qué este árbol está tan enfadado?". El robot azul asintió y dijo: "Tienes razón, quizás hay algo más detrás de esas caras feas".

Los tres robots se acercaron al árbol con cautela y comenzaron a hablarle: "¿Por qué estás tan enfadado? ¿Qué te ha pasado?". El árbol respondió con voz triste: "Desde pequeño siempre me han tratado mal por mi aspecto diferente. Me siento solo y rechazado".

Los robots comprendieron entonces que aquel ser vegetal también tenía sentimientos y que su apariencia no debía ser motivo de discriminación. El robot verde, con su voz amable, le dijo al árbol: "No tienes por qué sentirte solo. Nosotros estamos aquí para ayudarte".

Los robots se acercaron al árbol y comenzaron a abrazarlo. El robot azul utilizó su escudo para protegerlo de las miradas malintencionadas. Poco a poco, el árbol fue recuperando la confianza. Las caras feas en su tronco se transformaron en sonrisas radiantes.

El bosque entero celebró la reconciliación entre los robots y el árbol verde. Desde aquel día, los tres robots y el árbol verde se convirtieron en grandes amigos.

Juntos exploraban Robolandia sin temor alguno y enseñaban a otros robots e incluso a humanos sobre la importancia de aceptar las diferencias y tratar a todos con amabilidad.

Y así, gracias a la valentía y comprensión de estos increíbles personajes, Robolandia se convirtió en un lugar donde reina la diversidad y la armonía entre todos sus habitantes. La moraleja de esta historia es que nunca debemos juzgar a alguien por su apariencia exterior, ya que lo importante está dentro de cada uno.

La amistad verdadera surge cuando somos capaces de entender y aceptar nuestras diferencias.

FIN.

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