El árbol generoso
Había una vez en un pequeño pueblo, un árbol muy especial llamado Manzanito. Manzanito era un árbol generoso que siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás.
En ese pueblo vivía una niña llamada Ana, quien pasaba por momentos difíciles en la escuela, ya que sufría bullying por parte de sus compañeros. Un día, Ana se dirigió al árbol Manzanito, buscando consuelo y compañía. -Hola, Manzanito. ¿Puedo sentarme a tu lado? -preguntó Ana con tristeza. -Por supuesto, Ana.
Siempre estoy aquí para ti -respondió el árbol con ternura. A partir de ese día, Ana visitaba a Manzanito con frecuencia, y juntos compartían sus preocupaciones y alegrías. El árbol siempre escuchaba con atención y brindaba palabras de aliento a la niña.
Un día, Ana le confesó a Manzanito que estaba pensando en abandonar la escuela por el constante bullying. El árbol, conmovido, le dijo: -No te rindas, Ana. Tú eres valiosa y fuerte. Juntos encontraremos una solución.
Entonces, el árbol ideó un plan para ayudar a Ana. Le propuso a la niña que plantaran juntos un jardín de flores alrededor del árbol, y que cada flor representara el apoyo y la amistad de alguien cercano a ella.
Ana aceptó la propuesta, y juntos trabajaron en el jardín. Pronto, el jardín se llenó de flores de todos colores, representando el amor y la solidaridad de la comunidad hacia Ana.
Con el paso del tiempo, Ana se sintió más segura y protegida, sabiendo que contaba con el apoyo de Manzanito y de todos aquellos que le habían demostrado su cariño. El árbol generoso enseñó a Ana que el amor y la amistad son grandes herramientas para superar los momentos difíciles.
Desde entonces, el jardín de flores se convirtió en un lugar de encuentro para todos los habitantes del pueblo, fortaleciendo los lazos de amistad y solidaridad entre ellos.
Ana comprendió que, al igual que el árbol generoso, ella también podía ser un apoyo para los demás, y juntos construyeron un mundo más amable y compasivo.
FIN.