El árbol gigante y Sofía


Había una vez un árbol muy especial en la selva, era tan alto que parecía una jirafa.

Sus ramas eran tan largas que llegaban hasta las cataratas y sus hojas eran tan verdes que parecían un manto sobre el cielo. Un día, una nena llamada Sofía decidió explorar la selva y se encontró con el árbol jirafa. Quedó maravillada por su belleza y decidió acercarse para conocerlo mejor. - ¡Hola! ¿Quién eres tú? -preguntó Sofía al árbol jirafa.

- Soy el árbol jirafa. ¿Y tú quién eres? - Soy Sofía. Me encanta explorar la selva y hoy vine a conocerte.

El árbol jirafa se emocionó mucho al escucharla y le dijo:- ¡Qué alegría saber que quieres conocerme! Yo también quiero compartir contigo mi historia. Sofía se sentó debajo del árbol jirafa mientras él comenzaba a contarle su historia. - Hace muchos años, yo era apenas una semilla en el suelo de la selva.

Pero poco a poco fui creciendo gracias al sol, la lluvia y los nutrientes de la tierra. Así me convertí en este hermoso árbol que ves hoy.

Y como soy tan alto, puedo ver todo lo que ocurre en esta parte de la selva: las cataratas, los ríos, los animales... Sofía quedó fascinada con lo que escuchaba pero de repente algo llamó su atención: unos peces saltando entre las rocas del río cercano.

- ¡Mira, árbol jirafa! ¿Tú también puedes ver a los peces saltando en el río? - Claro que sí. Desde aquí puedo ver todo lo que ocurre en la selva. - Me encantaría poder acercarme más y verlos de cerca -dijo Sofía con una sonrisa.

El árbol jirafa se puso a pensar y de repente tuvo una idea:- Espera un momento, Sofía.

Tengo algo para ti -y con sus ramas largas, cogió una hoja grande del árbol y comenzó a doblarla hasta que quedó como un barco pequeño-. Toma este barquito hecho con mis hojas. Así podrás acercarte a los peces sin mojarte los pies. Sofía estaba emocionada con su nuevo juguete y corrió hacia el río para probarlo.

El barquito flotaba perfectamente entre las rocas mientras ella se divertía viendo a los peces nadar debajo suyo. Pero de repente, una fuerte corriente arrastró al barquito lejos del lugar donde estaba Sofía. Ella intentó alcanzarlo pero no podía llegar tan lejos.

- ¡Auxilio! ¡Mi barquito se fue lejos! -gritaba Sofía preocupada mientras veía cómo se alejaba cada vez más. El árbol jirafa escuchó sus gritos y rápidamente decidió ayudarla:- No te preocupes, Sofía.

Yo tengo otra idea -y extendió sus ramas hacia el río hasta lograr alcanzar el barquito-. Ahora agárrate bien fuerte que te voy a traer de vuelta. Sofía se agarró con todas sus fuerzas al barquito mientras el árbol jirafa lo llevaba de vuelta hacia ella.

Cuando finalmente llegó, Sofía estaba muy agradecida por su ayuda. - Muchas gracias, árbol jirafa. No sé qué hubiera hecho sin ti. - No hay problema, Sofía.

Me encanta ayudar a los demás y verte feliz me hace muy feliz también. Desde ese día, Sofía visitaba al árbol jirafa cada vez que podía y juntos compartían aventuras y aprendizajes sobre la naturaleza.

Y así fue como esta amistad entre una nena curiosa y un árbol gigante se convirtió en algo muy especial para ambos.

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