El árbol mágico de la imaginación


En una soleada mañana de febrero, los niños Martina, Lucas y Mateo se despertaron emocionados. Era el primer día de clases en su nueva escuela y estaban ansiosos por descubrir qué aventuras les esperaban.

- ¡Buenos días! -saludó Martina mientras desayunaba con su familia. - ¡Buenos días, Marti! ¿Estás lista para tu primer día en la escuela nueva? -preguntó su mamá con una sonrisa. - ¡Sí! Estoy muy emocionada por conocer a mis nuevos compañeros y maestros.

Mientras tanto, Lucas y Mateo también se preparaban para ir a la escuela. Se encontraron en la puerta de sus casas y juntos caminaron hacia el colegio. - ¿Están nerviosos chicos? -preguntó Lucas con entusiasmo.

- Un poco, pero creo que va a ser genial -respondió Mateo con una sonrisa. Al llegar a la escuela, los tres amigos se sorprendieron al ver lo grande y hermoso que era el edificio. Todo estaba decorado con colores brillantes y dibujos divertidos.

- ¡Miren qué lindo todo! -exclamó Martina emocionada. - Sí, parece un lugar mágico -agregó Lucas admirando el patio lleno de juegos.

Al entrar al aula, fueron recibidos por su maestra, la señorita Ana, quien les dio la bienvenida con una gran sonrisa. - Buenos días chicos, soy la señorita Ana y seré su maestra este año. Espero que disfruten mucho en esta escuela y que aprendamos juntos muchas cosas nuevas -dijo amablemente.

Los niños se sintieron cómodos de inmediato. La clase transcurrió entre risas, juegos didácticos y actividades creativas. Descubrieron que tenían muchos intereses en común y rápidamente se convirtieron en buenos amigos.

Los días pasaron volando y cada jornada escolar era más divertida que la anterior. Los niños aprendían jugando, explorando el mundo que los rodeaba y desarrollando su creatividad. Un día, durante el recreo, los tres amigos encontraron un viejo árbol en el patio de la escuela.

Se sentaron bajo su sombra y comenzaron a imaginar historias fantásticas sobre hadas y dragones. - ¡Imaginen si pudiéramos viajar al pasado montados en un dragón gigante! -propuso Lucas entusiasmado. - Y podríamos rescatar princesas atrapadas en torres altísimas -añadió Mateo riendo.

- ¡Y luego celebraríamos con un banquete como verdaderos caballeros valientes! -exclamó Martina emocionada. De repente, mientras seguían imaginando aventuras increíbles bajo el árbol mágico, escucharon risas provenientes del otro lado del patio. Eran otros compañeros de clase mirándolos curiosamente.

La señorita Ana se acercó lentamente hacia ellos con una sonrisa cómplice en el rostro. - Veo que han encontrado nuestro árbol secreto de las historias fantásticas.

Es uno de mis lugares favoritos del colegio porque aquí es donde nacen las ideas más creativas e inspiradoras. Me encanta ver cómo ustedes aprovechan al máximo su imaginación para crear mundos maravillosos dentro de sus mentes -comentó la maestra cariñosamente.

Los niños se sintieron orgullosos de haber descubierto ese lugar especial dentro de la escuela donde podían dejar volar su imaginación sin límites ni fronteras. A partir de ese día, Martina, Lucas y Mateo siguieron siendo inseparables amigos llenos de sueños por cumplir e historias por contar.

Juntos descubrieron que la escuela no solo era un lugar para aprender matemáticas o lengua, sino también un espacio donde podían crecer como personas únicas e irrepetibles.

Y así fue como los niños iniciaron el año escolar en su nueva escuela con mucha ilusión y alegría; sabiendo que habían encontrado un hogar lejos de casa donde siempre serían bienvenidos para imaginar nuevos mundos llenos de magia y creatividad juntos.

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