El árbol mágico de los sueños



Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina llamado Villa Navidad, cuatro niños llamados Rodrigo, Inma, Vanessa y Yolanda.

Todos ellos iban a diferentes clases en la escuela del pueblo, pero tenían algo en común: su amor por la Navidad. A medida que se acercaba el mes de diciembre, los niños no podían ocultar su emoción. Las calles estaban decoradas con luces brillantes y las tiendas exhibían hermosos adornos navideños.

La magia de la Navidad estaba en el aire y los corazones de los niños rebosaban alegría. Un día, mientras caminaban juntos hacia la escuela, Rodrigo tuvo una idea brillante. - ¡Chicos! ¿Qué les parece si construimos un árbol gigante con nuestros deseos? - exclamó emocionado.

Los demás niños miraron a Rodrigo con curiosidad y asombro. - ¿Cómo podríamos hacer eso? - preguntó Yolanda intrigada. Rodrigo sonrió y explicó su plan.

Decidieron reunir todos sus deseos para la Navidad y construir un árbol especial que representara sus sueños e ilusiones. Cada uno de ellos comenzó a escribir sus deseos más profundos en pequeñas tarjetas coloridas.

Rodrigo soñaba con poder volar como un pájaro; Inma anhelaba tener una bicicleta nueva; Vanessa quería aprender a tocar el piano; y Yolanda deseaba que todos los animales del mundo fueran felices. Con todas las tarjetas listas, los niños se encontraron después de la escuela en el parque central del pueblo.

Allí estaba esperando Don Manuel, un amable anciano que había escuchado sobre el plan de los niños y quería ayudar. Don Manuel les proporcionó una gran estructura de madera en forma de árbol.

Juntos, los niños comenzaron a colgar sus tarjetas en las ramas del árbol gigante. Cada deseo representaba la ilusión y esperanza de cada niño. A medida que agregaban más y más deseos al árbol, algo mágico comenzó a suceder.

Las luces del pueblo brillaban con mayor intensidad, la música navideña se escuchaba en todas partes y hasta parecía que los copos de nieve caían con más alegría. La noticia sobre el árbol gigante se extendió rápidamente por todo el pueblo.

Los vecinos se acercaron para verlo y también agregaron sus propios deseos al árbol. Pronto, el árbol estaba lleno de tarjetas coloridas que representaban las esperanzas y sueños de toda la comunidad.

El día antes de Navidad, todos los habitantes del pueblo se reunieron alrededor del árbol gigante para realizar un ritual especial. Cada persona tomó una tarjeta del árbol y prometió hacer todo lo posible para ayudar a cumplir ese deseo durante el próximo año.

Los niños estaban felices al ver cómo su idea había inspirado a todos a trabajar juntos por un futuro mejor. Aunque algunos deseos eran difíciles o incluso imposibles de cumplir, sabían que la magia verdadera estaba en el espíritu colaborativo y solidario que habían creado.

Esa noche, mientras abrían sus regalos bajo los arboles de sus hogares, los niños sabían que el verdadero regalo era haber compartido su espíritu navideño con toda la comunidad. Y así, en Villa Navidad, cada año se construía un árbol gigante con deseos.

Los niños de las clases de Rodrigo, Inma, Vanessa y Yolanda continuaron siendo parte activa en esta hermosa tradición navideña. Porque entendieron que juntos podían hacer realidad cualquier sueño y que la magia de la Navidad siempre viviría en sus corazones.

FIN.

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