El árbol mágico de Lucas



Había una vez en un hermoso bosque, un ciervo llamado Lucas. Lucas era muy especial, ya que tenía un amor inmenso por la comida dulce.

Le encantaba el sabor del azúcar y siempre estaba buscando nuevas formas de satisfacer su antojo. Un día, mientras exploraba el bosque en busca de algo delicioso para comer, Lucas se encontró con una hada llamada Melisa. Melisa era pequeña y brillante, con alas relucientes y una sonrisa amable en su rostro.

- ¡Hola Lucas! ¿Qué estás buscando hoy? - preguntó Melisa con entusiasmo. - Hola Melisa. Estoy buscando algo dulce para comer. ¿Sabes dónde puedo encontrar algo así? - respondió Lucas emocionado.

La hada pensó por un momento y luego dijo: "Hay un árbol mágico en lo profundo del bosque que produce las frutas más dulces que jamás hayas probado. Pero ten cuidado, solo podrás obtener esas frutas si demuestras tu amor y respeto por los animales".

Lucas se emocionó al escuchar sobre este árbol mágico y decidió ir a buscarlo de inmediato.

Mientras caminaba por el bosque, vio a varios animales necesitados de ayuda: un conejito atrapado entre las ramas de un arbusto, una tortuga perdida sin rumbo y un pajarito con su ala lastimada. Sin dudarlo ni un segundo, Lucas corrió a ayudar a cada uno de ellos.

Usando sus astutos cuernos para liberar al conejito, guiando a la tortuga de regreso a su hogar y cuidando con ternura del pajarito herido. Lucas demostró su amor y respeto por los animales, sin esperar nada a cambio. Finalmente, después de ayudar a todos los animales necesitados, Lucas llegó al árbol mágico.

Las frutas que colgaban de sus ramas brillaban como estrellas en el cielo nocturno. Pero antes de tomar una fruta, Lucas se detuvo y recordó las palabras de Melisa.

- Estas frutas son especiales y solo merecen ser disfrutadas por aquellos que aman y respetan a los animales - dijo Lucas en voz alta. De repente, el árbol mágico comenzó a brillar intensamente y una dulce melodía llenó el aire.

Las frutas se desprendieron del árbol y cayeron delicadamente en las manos de Lucas. Eran las frutas más deliciosas que jamás había probado. Lucas compartió algunas de las frutas con los animales que había ayudado anteriormente. Juntos disfrutaron la dulzura y celebraron su amistad.

Desde ese día en adelante, Lucas entendió la importancia del amor y el respeto hacia todos los seres vivos.

Y así concluye nuestra historia sobre un ciervo llamado Lucas, quien aprendió que el verdadero sabor de la dulzura está en compartirlo con aquellos a quienes amamos y respetamos.

FIN.

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