El árbol mágico de Tomás


Había una vez en un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires, Argentina, un niño llamado Tomás. Tomás era un niño muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras.

Un día, mientras exploraba el bosque cercano a su casa, encontró una extraña planta con flores multicolores. Intrigado por su belleza, decidió llevarla a casa para cuidarla. La colocó junto a la ventana de su habitación y todos los días le daba agua y luz solar.

Pero lo que Tomás no sabía es que esa planta era mágica. Una mañana, al despertar, se dio cuenta de que algo extraño había sucedido durante la noche.

La planta había crecido tanto que llegaba hasta el techo de su habitación ¡y estaba llena de frutas deliciosas! No podía creerlo. Tomás decidió probar una de las frutas y se dio cuenta de que tenía un sabor increíblemente dulce y refrescante.

Quiso compartir su descubrimiento con sus amigos del pueblo y les invitó a probar las maravillosas frutas. "¡Chicos! ¡Vengan rápido! Tengo algo increíble para mostrarles", exclamó emocionado. Sus amigos acudieron corriendo y quedaron asombrados al ver la enorme planta llena de frutas exóticas.

"¡Wow! ¿De dónde salió esto?", preguntaron sorprendidos. Tomás les contó sobre cómo encontró la planta en el bosque y cómo había crecido mágicamente durante la noche. "Parece ser una planta muy especial", dijo uno de los amigos.

Todos decidieron probar las frutas y quedaron encantados con su sabor. Pero entonces, ocurrió algo inesperado. Al comer las frutas, comenzaron a sentirse llenos de energía y alegría. "¡Wow! ¡Me siento tan feliz y lleno de vida!", exclamó uno de los amigos.

"Yo también", dijo otro. "Estas frutas son realmente mágicas". Decidieron llevar algunas frutas al mercado del pueblo para compartirlas con todos los habitantes. La noticia se corrió rápidamente y pronto la planta mágica se convirtió en el centro de atención.

La gente del pueblo empezó a cuidarla y cultivarla en sus propias casas. Todos disfrutaban de las deliciosas frutas y se sentían más felices gracias a ellas.

Pero un día, un hombre codicioso llamado Don Ernesto llegó al pueblo y vio la planta mágica en el mercado. Se dio cuenta de que podía hacer mucho dinero vendiendo esas frutas tan especiales.

Don Ernesto compró todas las plantas que encontró y comenzó a vender las frutas a precios muy altos, sin importarle si la gente podía pagarlas o no. Tomás se enteró de lo que estaba sucediendo e decidió intervenir para ayudar a su pueblo. Con la ayuda de sus amigos, idearon un plan para recuperar las plantas mágicas.

Se infiltraron en la mansión de Don Ernesto mientras él dormía y recuperaron todas las plantas que había robado.

De vuelta en el pueblo, devolvieron cada planta a sus dueños originales y organizaron una gran fiesta para celebrar su victoria sobre Don Ernesto. Desde aquel día, el pueblo vivió feliz y en armonía, cultivando las plantas mágicas y compartiendo sus frutas con todos.

Tomás se convirtió en un héroe para su pueblo y aprendió que la codicia nunca trae felicidad. Y así, la planta mágica siguió creciendo y llenando de alegría los corazones de todas las personas que tenían el privilegio de probar sus deliciosas frutas. Fin.

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