El árbol mágico y el insecto travieso



un árbol de gran tamaño y hojas verdes brillantes. Ruperto era un árbol muy especial, ya que tenía la capacidad de hablar con todos los animales que vivían en él.

Un día, mientras las ardillas saltaban de rama en rama jugando entre risas y travesuras, se dieron cuenta de que algo extraño estaba sucediendo. Las hojas del árbol comenzaron a marchitarse y caer una a una al suelo.

Preocupadas, las ardillas decidieron acercarse a Ruperto para preguntarle qué le estaba pasando. - ¡Ruperto! ¿Qué te ocurre? Tus hojas están cayendo -dijo la ardilla más pequeña. Ruperto suspiró y respondió con voz triste: "Estoy enfermo, queridas ardillitas.

Mi raíz ha sido dañada por un malvado insecto llamado comehojas". Las ardillas quedaron sorprendidas por las noticias y sintieron mucha pena por su amigo Ruperto. Decidieron buscar ayuda para salvarlo, así que salieron corriendo hacia el resto de animales del valle.

Primero encontraron a Panchito el pajarito cantor:- ¡Panchito! Necesitamos tu ayuda. Ruperto está enfermo y necesita ser curado -le dijo la ardilla más grande. Panchito asintió con determinación y voló hasta el nido del sabio búho Don Fermín.

Juntos idearon un plan para deshacerse del comehojas y curar a Ruperto. Al día siguiente, todas las criaturas se reunieron alrededor del árbol enfermo con herramientas especiales preparadas por Don Fermín.

Las ardillas treparon hasta las ramas más altas para sacudir al comehojas, mientras que las guacamayas volaron en círculos alrededor del árbol para distraerlo. - ¡Ahora! -gritó Panchito desde el suelo. Don Fermín lanzó un polvo mágico sobre el insecto, que quedó atrapado y debilitado.

Ruperto se sintió aliviado y agradecido por la valentía y amistad de todos los animales del valle. A partir de ese día, Ruperto prometió cuidar aún más de sus huéspedes y ser un hogar seguro para ellos.

Las ardillas siguieron saltando y jugando entre las ramas, pero ahora con una mayor conciencia sobre la importancia de proteger a la naturaleza. Ruperto les enseñó a todos los animales del valle que trabajar juntos es fundamental para superar cualquier obstáculo y preservar el equilibrio en el ecosistema.

Desde entonces, cada año celebraban una fiesta en honor a la amistad y la cooperación.

Y así fue como Ruperto, las ardillas, Panchito, Don Fermín y todas las criaturas del valle aprendieron una importante lección: cuando nos unimos y trabajamos juntos por un bien común, podemos lograr grandes cosas.

FIN.

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