El Árbol Protector



Había una vez una familia muy feliz compuesta por papá, mamá, un niño de 7 años llamado Tomás, una niña de 3 años llamada Sofía y un bebé de 5 meses llamado Benjamín.

Vivían en una hermosa casita rodeada de árboles y flores. Un día soleado, decidieron disfrutar juntos en el jardín. Papá jugaba al fútbol con Tomás mientras mamá empujaba suavemente la hamaca donde Sofía reía a carcajadas.

Benjamín estaba acostadito en su cochecito, mirando a todos con sus ojos curiosos. De repente, unas nubes oscuras cubrieron el cielo y comenzó a llover fuerte. Todos corrieron rápidamente hacia la casa para refugiarse del aguacero.

Pero justo cuando iban a entrar, se dieron cuenta de que habían dejado las llaves adentro. - ¡Ay no! ¡Las llaves están dentro! - exclamó papá preocupado. - No te preocupes papá, seguro encontraremos una solución - dijo Tomás tratando de ser valiente.

Mamá miró a su alrededor y vio un árbol grande cerca de la casa. Se le ocurrió una idea brillante. - Chicos, vamos a construir un refugio temporal debajo del árbol hasta que pase la tormenta - sugirió mamá entusiasmada.

Tomás y Sofía asintieron emocionados mientras ayudaban a mamá a buscar ramas grandes para hacer el techo del refugio improvisado. Papá se encargó de encontrar hojas grandes y resistentes para cubrir el suelo.

Después de un rato, lograron construir un refugio seguro y se acurrucaron todos juntos debajo del árbol. La lluvia caía con fuerza pero ellos estaban protegidos y secos. - ¡Miren chicos! - exclamó Sofía señalando hacia arriba.

Todos levantaron la mirada y vieron un hermoso arcoíris que apareció en el cielo después de la tormenta. - ¡Qué maravilla! - dijo Tomás admirado. - Eso nos muestra que después de la lluvia siempre sale el sol - agregó papá sonriendo.

La familia pasó el tiempo cantando canciones, contándose chistes y jugando a las adivinanzas mientras esperaban a que dejara de llover. Aunque estaban mojados, no permitieron que eso arruinara su día especial juntos. Finalmente, la lluvia cesó y pudieron entrar nuevamente a su hogar.

Mamá preparó chocolate caliente para calentarse mientras papá encendía una chimenea para secar sus ropas. Todos se sentaron alrededor del fuego, abrazados y felices de estar juntos otra vez.

En ese momento, Tomás se dio cuenta de algo importante:- Familia, hoy aprendimos que cuando enfrentamos desafíos inesperados podemos encontrar soluciones creativas si trabajamos juntos. Y lo más importante es mantenernos unidos sin importar las circunstancias. Todos asintieron emocionados porque sabían que habían aprendido una valiosa lección.

Desde aquel día, cada vez que había una dificultad en la vida familiar, recordaban el día en que construyeron su refugio debajo del árbol y se apoyaban mutuamente para encontrar soluciones.

Y así, la familia siguió disfrutando de sus días maravillosos juntos, enfrentando cualquier tormenta con valentía y amor.

FIN.

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