El árbol que era mamá


En un pequeño pueblo, vivía una niña llamada Sofía. Sofía no tenía mamá, pero encontró consuelo en un árbol grande y frondoso que crecía detrás de su casa.

Todos los días, Sofía pasaba horas hablando con el árbol, contándole sus alegrías, sueños y preocupaciones. La niña imaginaba que el árbol era su mamá, y esto la hacía sentir amada y protegida. Un día, una fuerte tormenta azotó el pueblo, y el árbol resultó gravemente dañado.

Sofía lloró desconsoladamente al verlo herido. Decidida a ayudar a su amiga, la niña buscó en libros y en internet cómo cuidar y curar a un árbol.

Con paciencia y amor, Sofía vendó las heridas del árbol, regó sus raíces y le habló con más cariño que nunca. Lentamente, el árbol empezó a sanar. Con el tiempo, el árbol recuperó su esplendor y volvió a ser fuerte y frondoso.

Sofía aprendió que el amor y el cuidado pueden sanar las heridas, tanto en los árboles como en las personas. Descubrió que, a pesar de no tener una mamá humana, tenía el amor y la compañía de la naturaleza y de aquel árbol que ella imaginaba como su mamá.

Desde entonces, Sofía y el árbol continuaron su hermosa relación, cuidándose mutuamente y compartiendo amor y comprensión en un lazo eterno.

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