El árbol que no quería cambiar


Había una vez en un hermoso bosque, un árbol llamado Silvestre que se negaba a cambiar con las estaciones. Mientras sus amigos árboles perdían sus hojas en otoño, Silvestre se aferraba a las suyas.

"No quiero cambiar, me siento cómodo como estoy", decía el obstinado árbol. Su amiga Margarita, una mariposa, intentaba convencerlo: "Silvestre, el cambio es natural y necesario para crecer". Pero él no quería escuchar.

Un día, una tormenta azotó el bosque y los árboles desnudos resistieron con fuerza, excepto Silvestre, cuyas hojas lo convirtieron en un blanco perfecto para el viento. Después de la tormenta, los animales del bosque se reunieron alrededor de Silvestre. "Deberías haber cambiado, ahora estás herido", le reprochó Margarita.

Con el tiempo, Silvestre entendió la importancia del cambio y finalmente dejó caer sus hojas, permitiendo que su tronco se fortaleciera. Aunque le costó, se dio cuenta de que el cambio era parte de la vida y traía nuevas oportunidades y crecimiento.

Desde entonces, Silvestre abrazó cada cambio de estación con valentía y alegría, disfrutando de las transformaciones que lo hacían más fuerte y sabio.

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