El árbol que quería volar


En un pequeño bosque cercano a un pueblo, vivía un árbol llamado Tito. Tito era un árbol diferente a los demás, no solo por su altura imponente, sino también por su deseo de volar. Sí, Tito soñaba con volar como los pájaros. Todos los días miraba con envidia a las aves que surcaban el cielo con su libertad. Un día, decidió que haría todo lo posible para hacer su sueño realidad.

Tito empezó a buscar formas de volar. Pidió consejo a los pájaros, pero ellos se reían de él. 'Los árboles no vuelan, Tito', le decían burlonamente. Sin embargo, Tito no se rindió. Consultó con la comadreja, la mariposa y hasta el viento, pero nadie le daba una respuesta satisfactoria.

Un día, Tito conoció a un búho sabio que le dijo: 'Tito, los árboles no están hechos para volar, pero tienen la capacidad de hacer algo aún más maravilloso: crecer, dar sombra, proveer oxígeno y hogar a muchas criaturas. Esa es tu verdadera misión'. Las palabras del búho resonaron en la mente de Tito. Comprendió que, aunque no pudiera volar, tenía un propósito valioso.

A partir de ese día, Tito se enfocó en ser el mejor árbol que podía ser. Cuidaba su tronco, sus ramas y sus hojas con esmero. Daba cobijo a los pájaros, protección a los insectos y alegría a los niños que jugaban a su alrededor. Se convirtió en el árbol más querido del bosque. Y aunque nunca logró volar, descubrió que su verdadera felicidad estaba en abrazar su destino y ser útil para los demás.

Y así, Tito vivió muchos años, siendo testigo de las estaciones que pasaban, viendo crecer a las generaciones de animales que habitaban el bosque, y transmitiendo su sabiduría a los árboles jóvenes que llegaban. Aprendió que la verdadera grandeza no está en alcanzar lo imposible, sino en abrazar lo que somos y hacerlo con amor.

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