El árbol sagrado de la selva



Había una vez, en lo profundo de la selva argentina, una tribu de guaraníes nómades recolectores. Vivían en armonía con la naturaleza, cuidando y respetando cada ser vivo que habitaba allí.

Los guaraníes eran expertos en encontrar alimentos en el bosque. Sabían qué plantas eran comestibles, cuáles tenían propiedades curativas y cómo cazar pequeños animales para su sustento. Pero un día, una sequía azotó la región y los alimentos comenzaron a escasear.

El jefe de la tribu, llamado Tupá, convocó a todos los miembros para buscar soluciones a este problema. "-Nuestros estómagos están vacíos y nuestras fuerzas se debilitan. Debemos encontrar una manera de sobrevivir durante esta sequía", les dijo con determinación.

Entonces, un joven valiente llamado Itú se levantó y propuso: "-He oído hablar de un árbol sagrado que crece al otro lado del río. Se dice que sus frutos son tan nutritivos que pueden alimentarnos durante días enteros.

"Todos los guaraníes se emocionaron con esta idea y decidieron emprender el viaje hacia el árbol sagrado. Pero había un problema: no sabían nadar y el río era muy caudaloso. Fue entonces cuando apareció Kuarahy, el espíritu del sol.

"-No teman", dijo Kuarahy con voz amable. "Les enseñaré a cruzar el río sin peligro". Con sus rayos de sol creó un puente dorado sobre las aguas, permitiendo que los guaraníes atravesaran el río sin problemas.

Una vez al otro lado, los guaraníes se encontraron con un gran desafío. El árbol sagrado estaba rodeado de serpientes venenosas y no sabían cómo acercarse a él sin correr peligro. Fue entonces cuando apareció Ñanduti, la araña tejedora.

"-No teman", dijo Ñanduti con voz suave. "Les enseñaré a evitar las serpientes". Con sus hilos de seda creó una red protectora alrededor del árbol sagrado, manteniendo a las serpientes alejadas.

Los guaraníes, ahora protegidos por la red de Ñanduti, pudieron recolectar los frutos del árbol sagrado y llevarlos de vuelta a su tribu. Todos comieron hasta saciarse y recuperaron sus fuerzas perdidas durante la sequía.

Agradecidos por las enseñanzas de Kuarahy y Ñanduti, los guaraníes decidieron honrarlos creando rituales en su honor. Cada año, durante la estación seca, cruzaban el río sobre el puente dorado y colocaban redes tejidas alrededor del árbol sagrado como muestra de gratitud.

Desde aquel día en adelante, los guaraníes aprendieron que trabajar juntos y aprovechar las habilidades individuales era la mejor estrategia para superar cualquier obstáculo que se les presentara.

Y así fue como esta valiente tribu logró sobrevivir a la sequía gracias a las estrategias de los guaraníes nómades recolectores: confiar en la sabiduría de los espíritus y utilizar sus habilidades individuales para el beneficio de todos.

FIN.

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