El Árbol y la Lluvia


Érase una vez en un frondoso bosque, donde un gran Árbol y una gentil Lluvia vivían en armonía.

El Árbol era anciano y sabio, con sus ramas extendidas como brazos abiertos, listo para dar protección y sombra a quien lo necesitara. La Lluvia, por su parte, era dulce y bondadosa, regando la tierra con sus gotas refrescantes, alimentando a las plantas y a los animales del bosque.

Un día, una pequeña Ardilla se acercó al Árbol, con lágrimas en sus ojos. -Árbol, estoy triste porque no tengo suficientes nueces para el invierno. El Árbol, con compasión, sacudió sus ramas y dejó caer algunas nueces al suelo para la Ardilla.

La Lluvia, viendo la generosidad del Árbol, decidió regar las raíces del Árbol con aún más cariño, asegurándose de que sus hojas crecieran más fuertes y verdes. Un día, una triste Mariposa se posó en una rama del Árbol. -Árbol, mis alas están mojadas y no puedo volar.

La Lluvia, al escucharla, suavizó su caída, convirtiendo sus gotas en rocío, para que la Mariposa pudiera secar sus alas al sol. El Árbol, con ternura, extendió una rama protectora para que la Mariposa se resguardara.

Así, el Árbol y la Lluvia demostraron compasión y generosidad, ayudando a todos los seres del bosque que lo necesitaban. Y desde ese día, el bosque floreció aún más, lleno de vida y alegría, gracias al amor y la compasión de sus habitantes.

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