El Arcoíris de Colores
En un pequeño pueblo, donde el sol siempre brillaba y las flores estaban llenas de vida, vivía una niña llamada Lila. Lila tenía un amor inmenso por los colores. Cada día, pintaba su mundo con crayones y acuarelas. Pero, a pesar de su pasión, había un color que Lila nunca había visto: el color de la risa.
Un soleado día, mientras caminaba por el parque, Lila notó que los niños jugaban con alegría. Sin embargo, había un niño sentado solo en una banca. Se llamaba Tomi, y parecía muy triste. Lila decidió acercarse.
"Hola, ¿por qué no juegas con los demás?" -preguntó Lila con curiosidad.
"No tengo ganas, me siento gris" -respondió Tomi, mirando su sombra.
"¿Gris? Nunca pinté ese color. ¿No te gustaría ser amarillo y brillar como el sol?" -dijo Lila, sonriendo.
"Me gustaría, pero no sé cómo" -respondió Tomi, con un suspiro.
Lila pensó en cómo podría ayudarlo. Recordó que el color amarillo representaba alegría, así que se le ocurrió una idea.
"¿Te gustaría jugar a una búsqueda del tesoro? El primer color que encontramos será el amarillo, y haremos que brillemos como el sol" -propuso ella emocionada.
"¿Búsqueda del tesoro? Suena divertido" -dijo Tomi, animándose un poco.
Así que Lila y Tomi empezaron su búsqueda en el parque. Juntos encontraron flores amarillas, un pato que nadaba en un estanque dorado, y finalmente, una gran sonrisa en el rostro de Tomi. Cada vez que Tomi encontraba un nuevo color, se sentía más ligero, como si el gris se estuviera desvaneciendo.
"¡Mirá, Lila! ¡El cielo se puso azul!" -exclamó emocionado Tomi.
"¡Y el azul es el color de la paz! Vos podés tener todos estos colores en tu corazón" -dijo Lila, mientras enseñaba a Tomi cómo mezclar los colores emocionantes.
Casi al final de su búsqueda, el cielo se oscureció y comenzaron a caer gotas de lluvia.
"Oh, no, ahora no podremos seguir jugando" -dijo Tomi, apenado.
"Espera, ¡mira! La lluvia puede ser divertida también" -dijo Lila mientras miraba hacia el cielo.
"¿Cómo puede ser divertida?" -preguntó Tomi, con un ceño fruncido.
"Porque la lluvia puede traer un arcoíris. ¡Vamos a correr y bailar bajo la lluvia!" -gritó Lila, saltando alegremente.
Tomi dudó, pero al ver a Lila sonriendo, decidió unirse. Juntos saltaron en los charcos y reían mientras las gotas los mojaban.
De repente, el sol volvió a brillar y un hermoso arcoíris apareció en el cielo.
"¡Mirá, Tomi! ¡Es el color de la risa!" -dijo Lila con asombro.
"¡Es tan hermoso! Nunca había visto algo así" -respondió Tomi, riendo con alegría.
A partir de ese día, Tomi entendió que los colores no solo estaban en la pintura, sino que también estaban en sus sentimientos. Juntos, Lila y Tomi aprendieron que podían crear su propio arcoíris de colores con risas, juegos y amistad.
Y así, el sol brilló un poco más en aquel pequeño pueblo, donde la niña Lila y el niño Tomi pintaron sus días de colores mágicos, recordando siempre que con cada rayo de sol viene un nuevo color de alegría.
FIN.