El arcoíris de la amistad


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Arcoiris, donde vivían dos amigos muy especiales: Tomás y Mateo. Tomás era un niño alegre y simpático, mientras que Mateo era más tímido pero muy inteligente.

Juntos pasaban horas jugando, explorando el bosque y compartiendo sus sueños. Un día, la mamá de Tomás comenzó a notar lo cercanos que eran su hijo y Mateo, lo cual despertó en ella sentimientos confusos y prejuiciosos.

La mamá de Tomás no entendía por qué su hijo prefería jugar con Mateo en lugar de las niñas del pueblo, y esto le generaba incomodidad.

Un domingo por la tarde, mientras los dos amigos construían una casita en el árbol, la mamá de Tomás los observaba desde lejos con gesto desaprobador. Al terminar la tarde, Tomás invitó a Mateo a quedarse a cenar en su casa. Al llegar a la puerta de la casa de Tomás, la mamá abrió con una sonrisa forzada.

"-Hola Mateo, ¿cómo estás? ¿Querés pasar?", dijo tratando de ocultar su incomodidad. Los dos niños asintieron emocionados y entraron. Durante la cena, la mamá hizo preguntas incómodas e insinuaciones disfrazadas sobre la amistad entre Tomás y Mateo.

Los niños se sintieron incómodos e incomprendidos, pero decidieron seguir adelante con valentía. Después de cenar, la mamá llevó a un lado a Tomás para hablar seriamente. "-Tomás querido, me parece genial que tengas amigos diferentes...

pero creo que deberías jugar más con los chicos de tu edad". Tomás frunció el ceño sin entender por qué su mamá estaba actuando así.

Esa noche, antes de dormir, Tomás decidió contarle todo a Mateo sobre lo que había pasado con su mamá.

A pesar del miedo inicial por cómo reaccionaría su amigo ante las palabras homofóbicas de su mamá, Mateo lo abrazó fuerte y le dijo: "-Tomás, nunca debes avergonzarte o dejar que te hagan sentir mal por ser quien eres o tener amigos como yo". Al día siguiente en el colegio, cuando todos esperaban verlos separados o distanciados debido al comportamiento intolerante de la mamá de Tomás; sorpresivamente se encontraron juntos como siempre: riendo y compartiendo aventuras.

Las semanas pasaron y poco a poco otros niños del colegio empezaron a acercarse más a ellos sin importarles si eran diferentes o no.

La actitud positiva y respetuosa de los dos amigos creció tanto que pronto se convirtieron en referentes contra el bullying escolar. La mamá de Tomás también fue testigo del cambio positivo en su hijo gracias al apoyo incondicional de Mateo.

Poco a poco fue dejando atrás sus prejuicios hasta finalmente aceptar plenamente la hermosa amistad entre ellos.

Y así fue como en el pueblo Arcoiris se escribió una historia donde el amor genuino entre dos amigos logró vencer cualquier barrera impuesta por el miedo o la ignorancia; demostrando que solo aceptando nuestras diferencias podemos construir un mundo mejor para todos.

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