El arcoíris de la igualdad



Había una vez en el jardín de infantes "Arcoíris", un lugar mágico donde todos los niños y niñas eran bienvenidos para aprender, jugar y crecer juntos.

En este jardín de infantes, la igualdad de género era algo muy importante, ya que se enseñaba a los pequeños que todos somos diferentes, únicos y especiales sin importar si éramos niños o niñas. En el salón de clases había un grupo de amigos muy especial: Martina, Santiago, Valentina y Mateo.

Cada uno tenía sus propias cualidades y habilidades que los hacían únicos.

Martina era muy creativa y le encantaba dibujar; Santiago era muy deportista y siempre estaba corriendo por todos lados; Valentina era muy cariñosa y siempre estaba pendiente de sus amigos; y Mateo era muy curioso e inteligente.

Un día, la maestra Laura les propuso hacer un proyecto especial para el Día del Niño: construir un gran arcoíris con colores brillantes que representara la diversidad y la igualdad entre todos los niños del mundo. Los cuatro amigos estaban emocionados con la idea y se pusieron manos a la obra. - ¡Vamos a necesitar muchos colores para nuestro arcoíris! - exclamó Martina mientras sacaba sus lápices de colores.

- Yo puedo traer las cartulinas grandes para hacerlo más grande - dijo Valentina con entusiasmo. - Y yo puedo ayudar a medir cuánto espacio ocupará en la pared - agregó Mateo pensativo.

- ¡Y yo puedo correr al patio a buscar más materiales! - gritó Santiago emocionado. Así, trabajaron juntos como un verdadero equipo, respetándose mutuamente y valorando las diferencias de cada uno.

Poco a poco, el arcoíris fue tomando forma en el salón de clases, llenando el ambiente de alegría y color. Pero justo cuando estaban por terminar su proyecto, una fuerte tormenta se desató afuera. El viento soplaba con fuerza y las gotas de lluvia golpeaban contra las ventanas del jardín de infantes.

- ¡Nuestro arcoíris no resistirá esta tormenta! - exclamó preocupada Martina. - No podemos dejar que se arruine después de tanto esfuerzo - dijo Santiago mirando por la ventana. - ¿Qué podemos hacer para protegerlo? - preguntó Valentina angustiada.

- ¡Ya sé! Podemos unir nuestras fuerzas como lo hicimos antes e improvisar algo para cubrirlo - propuso Mateo con determinación. Los cuatro amigos tomaron algunas sábanas viejas, cintas adhesivas y pegamento para proteger su arcoíris.

Trabajaron juntos bajo la lluvia hasta lograr cubrirlo completamente. Aunque no quedó perfecto, demostraba la solidaridad y amistad que existía entre ellos. Cuando finalmente terminaron, se abrazaron felices viendo su arcoíris brillar en medio del salón.

La maestra Laura los observaba orgullosa desde lejos y les dijo:- Ustedes demostraron hoy que cuando trabajamos juntos sin importar nuestras diferencias, podemos lograr cosas maravillosas. Son un ejemplo de igualdad, amistad y valentía para todos en este jardín de infantes.

Desde ese día en adelante, Martina, Santiago, Valentina y Mateo siguieron siendo inseparables en el "Arcoíris", recordando siempre que todos somos diferentes pero iguales en derechos y capacidades.

Y así continuaron creciendo felices aprendiendo que lo importante es ser auténticos consigo mismos sin importar si eran niños o niñas porque al final del día... ¡todos somos parte del mismo gran arcoíris!

FIN.

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