El arcoíris de Luna


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Alegría, un payaso muy especial llamado Arcoíris. Arcoíris era conocido por ser el payaso más alegre y colorido de todo el circo.

Su ropa estaba llena de brillantes colores: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil y violeta. Cada día se levantaba temprano para pintarse la cara con hermosos diseños multicolores y alegrar así a todos los niños que asistían al circo.

Un día, mientras Arcoíris caminaba por el pueblo repartiendo sonrisas y haciendo trucos divertidos, se encontró con una niña triste llamada Luna. Luna siempre vestía de gris y nunca sonreía. Arcoíris decidió acercarse a ella para intentar sacarle una sonrisa. "Hola, pequeña Luna.

¿Por qué estás tan triste hoy?" -preguntó Arcoíris con su voz alegre. Luna levantó tímidamente la mirada y respondió: "Es que mi vida es aburrida y gris. Siempre veo las mismas cosas todos los días.

"Arcoíris sintió mucha pena por Luna y decidió hacer algo al respecto. Le propuso llevarla al circo para mostrarle todas las maravillas que podían encontrar juntos. "¡Vamos, Luna! Te aseguro que te divertirás mucho en el circo.

Verás malabaristas, acróbatas y hasta animales exóticos. " -dijo Arcoíris emocionado. Luna aceptó la invitación de Arcoíris y juntos se dirigieron al circo. Al entrar, los ojos de Luna se iluminaron al ver tantos colores vibrantes y escuchar la risa contagiosa del público.

Durante el espectáculo, Arcoíris realizó sus mejores trucos para hacer reír a Luna: sacó pañuelos mágicos de su manga en diferentes colores e hizo aparecer globos gigantes llenos de confeti brillante.

"¡Wow! ¡Eres increíblemente talentoso!" -exclamó Luna emocionada mientras aplaudía sin parar. Al finalizar el show, Luna le dio las gracias a Arcoíris con una gran sonrisa en su rostro.

Desde ese día en adelante, Luna comenzó a vestirse con colores más vivos e incluso decoraba su habitación con tonalidades brillantes como las del arcoíris. Arcoíris había logrado traer alegría no solo al circo sino también al corazón de Luna.

Ambos se convirtieron en grandes amigos y cada vez que recordaban aquel día especial en el circo no podían evitar sentirse felices por haberse encontrado el uno al otro.

Y así fue como El Payaso de Colores enseñó a todos en Alegría que la vida puede ser mucho más emocionante si nos atrevemos a verla desde una perspectiva llena de alegría y color.

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