El Arcoíris de Lunita y María
Era una mañana espléndida cuando María decidió que era el día perfecto para ir de camping con su perrita Lunita. El bosque que eligieron era un lugar encantador, lleno de árboles altos, flores de todos los colores y el canto de los pájaros llenaba el aire.
"¡Mirá qué hermoso está todo, Lunita!" –exclamó María mientras caminaban por el sendero.
Lunita, una perrita de pelaje suave y orejas caídas, movió su cola emocionada, correteando entre los arbustos y olfateando cada rincón.
"¡Vamos a armar la carpa!" –dijo María, sacando la mochila del hombro. Las dos se pusieron manos a la obra, y después de unos minutos la carpa ya estaba lista. María se sentó a descansar y Lunita se echó a su lado.
Mientras disfrutaban de un bocadillo, un fuerte viento comenzó a soplar y las nubes cubrieron el cielo.
"Uh-oh, creo que viene una tormenta" –dijo María, mirando al cielo.
Pero, justo cuando todo parecía que iba a desvanecerse en la oscurecida tormenta, algo mágico ocurrió. El sol asomó entre las nubes y, de repente, un arcoíris brillante apareció en el horizonte, deslumbrando con sus siete colores.
"¡Mirá, Lunita!" –gritó María, señalando el arcoíris. –"Es increíble, parece que toca nuestras almas. ¿Qué pasará si lo seguimos?"
Lunita, como si entendiera, comenzó a correr hacia el arcoíris. María, riendo y corriendo detrás de ella, decidieron seguir el camino que parecía llevar a la mágica luz. El sendero los llevó a un claro en el bosque donde el arcoíris se reflejaba en un pequeño estanque, creando un espectáculo de colores danzantes en el agua.
De repente, escucharon un susurro.
"¿Quién anda ahí?" –preguntó María, asombrada.
"Soy el guardián del arcoíris" –respondió una voz melodiosa, que parecía venir del estanque. Era un hermoso pez dorado con escamas que brillaban como el sol. –"He estado esperando a alguien con un corazón puro como el tuyo, María. Y a una perrita llena de energía como Lunita."
"¿Por qué nos esperabas?" –preguntó María, intrigada.
"Porque hay una leyenda que dice que quienes sigan el arcoíris pueden pedir un deseo. Sin embargo, deben saber que el verdadero regalo no siempre es lo que parece al principio."
María y Lunita se miraron, pensando en sus deseos. Finalmente, María dijo:
"Yo deseo aprender a cuidar mejor de la naturaleza y ayudar a otros a amarla como yo."
El pez dorado sonrió, y el agua del estanque brilló intensamente.
"Un deseo noble, María. Entonces, ¿aceptarías ser una guardiana del bosque? A partir de hoy, tendrás el poder de hablar con los animales y aprender sus secretos, a cambio de proteger su hogar."
María no podía creer lo que escuchaba y, emocionada, asintió.
"¡Sí, claro!"
Lunita ladró alegremente, como si celebrara el nuevo compromiso de su dueña. A partir de ese día, cada vez que María y Lunita iban al bosque, podían comunicarse con los animales y aprender de ellos. Hicieron amigos nuevos, ayudaron a salvar plantas y enseñaron a otros niños a cuidar su entorno.
Un día, mientras regresaban de una aventura, María miró el arcoíris que aún se veía en el cielo y le dijo a Lunita:
"Nunca imaginé que seguir un arcoíris traerá tantas maravillas. Gracias por estar siempre a mi lado, amiga."
Y así, con el paso del tiempo, María y Lunita se convirtieron en las mejores guardianas del bosque, siempre compartiendo su amor por la naturaleza y su historia mágica con quienes se cruzaban en su camino, recordando que a veces, los deseos se cumplen de las maneras más inesperadas.
Siempre habrá un arcoíris esperando por aquellos que tienen un corazón noble y lleno de amor por el mundo.
FIN.