El arcoíris que perdió los colores



Había una vez, en un lejano país lleno de montañas y ríos brillantes, un hermoso arcoíris que iluminaba el cielo con sus coloridos destellos. Todos los días, después de las lluvias, los niños del pueblo corrían al campo para admirar sus vivos colores: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil y violeta. Pero un día, el arcoíris se despertó y notó que los colores habían desaparecido. Solo había un gran arco gris en el cielo.

- ¡Oh, no! - exclamó el arcoíris - ¿Dónde están mis colores? Sin ellos, no puedo brillar y hacer feliz a todos los que me miran.

El arcoíris, triste, decidió emprender un viaje para recuperar los colores lost. Se dirigió a la cima de la montaña más alta del país, donde vivía el sabio anciano del viento.

- Buen viento, ¿sabes qué pasó con mis colores? - preguntó el arcoíris, con un tono melancólico.

- He oído rumores - dijo el anciano - de que un monstruo de nube se los ha llevado, ya que pensaba que si los tenía, podría ser el más hermoso del cielo.

El arcoíris, decidido a recuperar sus colores, se despidió del anciano y se dirigió hacia la Colina de Nubes. Mientras caminaba, se encontró con una pequeña ardilla llamada Lucas.

- ¿Dónde vas, arcoíris? - preguntó Lucas, curioso.

- Voy a buscar mis colores que me fueron robados. ¿Quieres venir conmigo? - respondió el arcoíris.

- ¡Claro! Me encantaría ayudar - gritó Lucas lleno de emoción.

Juntos, continuaron su viaje y pronto llegaron a la Colina de Nubes. Allí encontraron al monstruo de nube, que era más raro que malo. Era una gran nube de tormenta que tenía los colores del arcoíris atrapados en una burbuja brillante.

- ¡Devolveme los colores! - pidió el arcoíris, firmemente.

- No puedo - dijo el monstruo con voz trémula - los guardo porque quiero ser el más hermoso, pero no sé del todo qué hacer con ellos.

La pequeña ardilla, que había estado escuchando, le habló al monstruo.

- ¡Eh! No necesitas los colores para ser hermoso. La belleza está en muchas cosas: en la bondad, la amistad y en lo que compartimos con los demás.

El monstruo de nube pareció pensativo. - Nunca lo había visto de esa manera. Siempre creí que los colores me harían especial, pero no quiero estar solo.

El arcoíris sintió que el monstruo de nube tenía razón. Era cierto que podía ser hermoso sin los colores, si tenía amigos y compañía.

- ¿Qué tal si compartimos los colores? - sugirió el arcoíris. - Puedes usarlos siempre que quieras, y yo también. Así, juntos podemos hacer que el cielo sea un lugar más alegre.

El monstruo, emocionado, asintió y liberó los colores en un estallido de luz. Entonces todos comenzaron a danzar en el aire, creando un nuevo y magnífico arcoíris, lleno de risas y alegría.

Desde ese día, el arcoíris volvió a brillar en el cielo, y el monstruo de nube se convirtió en su gran amigo. Juntos, colorían el mundo con risas, amor y amistad. El arcoíris entendió que la verdadera belleza no venía solo de los colores, sino de los lazos que construía con los demás.

Y así, siempre que la lluvia limpiaba la tierra y el sol asomaba, el arcoíris y su amigo de nube creaban un espectáculo brillante en el cielo, recordando a todos que la amistad es el color más hermoso de todos.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!