El Arenal Mágico de Amistad



En un hermoso día soleado, un grupo de niños se reunió en el arenal mágico de su barrio. Era un lugar especial, lleno de juguetes de todos los colores: pelotas, cubos, palas y hasta un barco de piratas hecho de arena. Los niños se divertían jugando juntos, haciendo torres de arena que parecían tocar el cielo.

- ¡Miren! -gritó Sofía, señalando una gran sombra sobre el arenal.- ¿Qué es eso?

Todos miraron hacia arriba y vieron un hermoso y brillante arcoíris que surgía del cielo. De repente, una pequeña hada llamada Lila apareció entre los colores. Tenía alas brillantes y una sonrisa que iluminaba el día.

- ¡Hola, niños! -dijo Lila, revoloteando alrededor de ellos.- He venido a traerles un poco de magia, pero necesito su ayuda.

- ¿Cómo podemos ayudar? -preguntó Lucas, emocionado.

- Juntos haremos una gran fiesta de amistad, pero necesitamos construir el castillo más grande de arena que hayan visto. ¿Están listos para jugar? -preguntó Lila.

- ¡Sí! -respondieron todos al unísono.

Los niños se dividieron en equipos: algunos traían agua, otros buscaban los mejores juguetes y algunos se encargaban de hacer la mezcla perfecta de arena. Mientras trabajaban juntos, cada uno compartía sus ideas para hacer el castillo más alto y hermoso.

- ¡Podemos hacer un torreón aquí! -sugirió Valentina, señalando un lugar.

- Y agregar banderas de colores en la cima -añadió Tomás, mientras ponía una pequeña pala en la arena.

Lila, la hada, observaba su trabajo con alegría. Pero de repente, una nube oscura apareció sobre el arenal, y un viento fuerte comenzó a soplar. Todos miraron asustados cómo su castillo comenzaba a desmoronarse.

- ¡Oh no! -exclamó Sofía, con lágrimas en los ojos.- ¡Nuestro castillo!

Pero Lila no se dio por vencida. - No se preocupen, amigos. La verdadera magia de la amistad es más fuerte que cualquier tormenta. -

Sofía secó sus lágrimas y miró a sus amigos. - ¡Podemos volver a hacerlo! ¡Vamos a unirnos y trabajar todos juntos! -

Los niños se miraron entre sí y asintieron. Rápidamente, comenzaron a reconstruir el castillo, esta vez más fuerte. Se ayudaban unos a otros y compartían risas mientras trabajaban. Lila, con sus polvos mágicos, les daba fuerzas y alegría.

Finalmente, después de mucho esfuerzo y risas, el castillo estaba terminado. Era aún más grande y hermoso que antes, con estrellas de arena y un torreón brillante, ¡listo para la fiesta de amistad!

- ¡Es increíble! -dijo Tomás, mirando la obra maestra.

Lila sonrió feliz y comenzó a lanzar destellos de luz. - ¡Ahora, celebremos! -dijo la hada.

La fiesta comenzó. Música, juegos y risas llenaron el aire. Todos los niños bailaban y se divertían como nunca. Se dieron cuenta de que, al trabajar juntos, habían creado algo verdaderamente mágico.

Al final del día, mientras el sol se ponía, Lila miró a todos con cariño. - ¡Gracias por enseñarme el poder de la amistad! -

- ¡Gracias a vos, Lila! -dijeron todos al unísono, abrazándose en un gran círculo.

Desde ese día, el arenal mágico se convirtió en su lugar especial, donde siempre jugaban, compartían risas y construían no solo castillos de arena, sino también amistades que durarían para siempre.

FIN.

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