El arte de la acción


Había una vez un adolescente llamado Agustín, que vivía en una pequeña ciudad de Argentina. Agustín era un chico inteligente y creativo, pero tenía un problema: le encantaba procrastinar.

Siempre dejaba las cosas para último momento y evitaba hacer lo que no le gustaba, como los deportes. Un día, la madre de Agustín, Marta, se dio cuenta de que su hijo pasaba demasiado tiempo frente a la computadora y muy poco tiempo haciendo ejercicio.

Preocupada por la salud y el bienestar de Agustín, decidió hablar con él. "Agustín, necesitas empezar a hacer deporte. Es importante para tu salud física y mental", le dijo Marta con tono serio.

Pero Agustín simplemente hizo caso omiso a las palabras de su madre y continuó postergando la idea de practicar algún deporte. Marta intentó motivarlo ofreciéndole diferentes opciones: fútbol, natación, tenis; pero Agustín siempre encontraba excusas para no participar en ninguna actividad física.

Pasaron los días y la situación entre Agustín y su madre se volvió cada vez más tensa. Marta estaba preocupada por la falta de interés de su hijo en cuidar su cuerpo y mente. Un día, Marta tuvo una brillante idea.

Decidió inscribir a Agustín en un taller de teatro comunitario que también incluía clases de expresión corporal y baile. Pensó que esta podría ser una forma divertida e interesante para que Agustín se mantuviera activo sin sentirse obligado a practicar un deporte tradicional.

Al principio, Agustín dudó un poco sobre la idea del taller de teatro, pero finalmente aceptó probarlo.

Para sorpresa de todos, ¡Agustín descubrió que le encantaba actuar! Se sentía emocionado al subirse al escenario, moverse con libertad y expresarse a través del arte dramático. Con el paso del tiempo, Agustin comenzó a notar los beneficios de mantenerse activo físicamente a través del teatro y el baile.

Su estado de ánimo mejoró considerablemente, tenía más energía y se sentía más seguro de sí mismo. Al ver la transformación positiva en su hijo, Marta sintió una gran alegría y orgullo.

Había encontrado una manera creativa e innovadora para motivar a Agustin a cuidar su cuerpo mientras disfrutaba haciendo algo que realmente le apasionaba. Desde entonces, Agustin siguió participando activamente en el taller de teatro comunitario junto con otros jóvenes entusiastas como él.

Aprendió el valor del esfuerzo constante, la disciplina personal y la importancia de mantenerse activo tanto física como mentalmente. Y así fue como Agustin aprendió que no importa cuál sea nuestra pasión o interés particular; lo importante es encontrar actividades que nos hagan felices mientras cuidamos nuestro cuerpo y mente en equilibrio armonioso.

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