El arte de la amistad



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina dos amigos inseparables llamados Mateo y Lucas. Desde que eran muy pequeños, compartían todas sus aventuras juntos.

Juntos jugaban al fútbol, exploraban el bosque cercano a su casa y pasaban horas riendo y divirtiéndose. Un día, mientras paseaban por el mercado del pueblo, vieron un cartel que anunciaba un concurso de arte. El premio era una beca para estudiar en la mejor escuela de arte del país.

Ambos amigos se emocionaron mucho ante la idea de poder aprender más sobre su pasión: la pintura. Mateo siempre había sido muy talentoso dibujando paisajes y animales, mientras que Lucas destacaba por su habilidad para crear retratos realistas.

A pesar de tener estilos diferentes, admiraban profundamente el talento del otro. Decidieron inscribirse juntos en el concurso y comenzaron a prepararse arduamente. Pasaban largas tardes practicando técnicas nuevas y compartiendo consejos para mejorar sus obras.

Sin embargo, a medida que avanzaba el tiempo, Mateo comenzó a sentirse inseguro sobre su propio talento. "Lucas, tus retratos son increíbles. ¿Crees que tengo alguna oportunidad contra ti?"- preguntó Mateo con preocupación.

Lucas lo miró sorprendido "¡Por supuesto que sí! Tienes un estilo único y hermoso. No debes compararte conmigo ni con nadie más. Solo confía en ti mismo"- respondió Lucas con seguridad.

Aunque las palabras de Lucas tranquilizaron momentáneamente a Mateo, aún sentía dudas dentro de él cuando llegó el día del concurso. Al ver las increíbles obras de los demás participantes, Mateo comenzó a sentirse aún más pequeño y desanimado. Cuando llegó su turno de presentar su pintura, Mateo se sintió incapaz de mostrarla.

Pero en ese momento, Lucas lo tomó del brazo y le dijo "Confía en ti mismo, amigo. Tú eres único y tienes un talento especial.

No importa el resultado final, lo importante es que te sientas orgulloso de tu trabajo". Con estas palabras de aliento, Mateo tomó aire y mostró su pintura al jurado. Aunque no ganaron la beca, ambos amigos recibieron menciones honoríficas por sus maravillosas obras.

Después del concurso, Mateo se dio cuenta de que había estado equivocado al compararse constantemente con los demás. Comprendió que cada uno tiene su propio camino y estilo artístico único.

Desde entonces, Mateo aprendió a confiar en sí mismo y a valorar su propio talento sin compararse con los demás. Él y Lucas continuaron siendo amigos inseparables durante toda la vida, apoyándose mutuamente en todas sus aventuras artísticas.

La moraleja de esta historia es que la verdadera amistad consiste en animarnos unos a otros para alcanzar nuestros sueños sin competir ni compararnos entre nosotros. Cada uno tiene habilidades únicas que deben ser valoradas y celebradas.

FIN.

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