El arte de la valentía



perdido su trabajo. Maigualida era una mujer fuerte y valiente, dispuesta a hacer lo que fuera necesario para sacar adelante a su pequeña familia.

Una mañana, Maigualida se levantó temprano y se despidió de Miranda con un beso en la frente. "No te preocupes, mi niña, volveré pronto", le dijo antes de salir rumbo al trabajo. Miranda se quedó en casa jugando con sus muñecas, esperando el regreso de su mamá.

Mientras tanto, Maigualida trabajaba duro como empleada doméstica en varias casas del vecindario. A pesar del cansancio y las largas horas de trabajo, siempre mantenía una sonrisa en el rostro y hacía su labor con dedicación y amor.

Un día, mientras limpiaba la casa de una anciana llamada Doña Rosa, escuchó a la señora hablar sobre un concurso de arte para niños que se llevaría a cabo en el parque del pueblo. El premio era una beca escolar completa para el ganador.

Maigualida pensó inmediatamente en Miranda, quien amaba dibujar y pintar más que cualquier otra cosa en el mundo. Esa misma noche, Maigualida le contó a Miranda sobre el concurso de arte y la emoción iluminó los ojos de la niña.

"-¡Mamá! ¡Quiero participar! ¿Crees que pueda ganar?", preguntó Miranda emocionada. Maigualida acarició tiernamente la cabeza de su hija y le dijo: "-Claro que sí, mi amor.

Tienes un talento increíble y yo estaré aquí para apoyarte en todo momento". Con determinación en sus corazones, madre e hija pasaron todas las noches siguientes practicando dibujo y pintura juntas. Finalmente llegó el día del concurso.

El parque estaba lleno de niños entusiasmados mostrando sus obras maestras ante un panel de jueces. Miranda estaba nerviosa pero confiada en sus habilidades gracias al apoyo incondicional de su madre. Cuando anunciaron al ganador, todos contuvieron la respiración. "-Y el primer lugar es para...

¡Miranda!", exclamó uno de los jueces. La alegría invadió el corazón de Maigualida al ver a su hija correr hacia ella con una gran sonrisa en el rostro.

Gracias al premio obtenido por Miranda, pudo acceder a una educación completa sin preocupaciones económicas para su madre. Ambas celebraron ese día como nunca antes lo habían hecho; sabían que juntas podían superar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino.

Desde entonces, Miranda continuó cultivando su talento artístico y se convirtió en una reconocida pintora a nivel nacional. Y todo esto fue posible gracias al amor incondicional entre una madre valiente llamada Maigualida y su hija llena de sueños llamada Miranda.

FIN.

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