El arte de Mateo en Villa Esperanza
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, un niño llamado Mateo que siempre estaba confundido sobre lo que realmente le gustaba hacer.
A diferencia de sus amigos, que tenían claras sus pasiones y hobbies, a Mateo le costaba encontrar algo que lo apasionara. Un día, durante el recreo en la escuela, Mateo se sentó en una banca pensativo mientras veía a sus amigos jugar fútbol, pintar o leer cuentos.
Él no sabía qué actividad le gustaba más y esto lo ponía triste. En ese momento se acercaron a él su mejor amiga Sofía y su amigo Juan. "¿Qué te pasa, Mateo? Pareces preocupado", preguntó Sofía con cariño.
-Mateo suspiró y les contó a sus amigos sobre su dilema de no saber qué era lo que realmente disfrutaba hacer. "No te preocupes, Mateo. Todos tenemos algo especial que nos gusta hacer, solo debes descubrirlo poco a poco", dijo Juan con optimismo.
Sofía sugirió: "¿Por qué no pruebas diferentes actividades para ver cuál te divierte más?"Animado por sus amigos, Mateo decidió probar distintas cosas como cocinar con su mamá, armar rompecabezas con su abuelo y ayudar en el jardín de su vecina.
A medida que exploraba nuevas experiencias, Mateo comenzó a sentirse cada vez más emocionado. Un día, la maestra de arte de la escuela organizó un concurso donde los alumnos debían crear una obra inspirada en sus sueños y pasiones.
Esa noche, mientras miraba las estrellas desde su ventana, a Mateo se le encendió una chispa de inspiración.
Decidiendo seguir su instinto, Mateo tomó pinceles y pinturas y comenzó a plasmar en un lienzo todo lo que había descubierto sobre sí mismo durante esos días de búsqueda e introspección. Creó una hermosa pintura llena de colores brillantes y formas abstractas que representaban su viaje personal hacia el autodescubrimiento.
El día del concurso llegó y todos los niños exhibieron sus obras frente al jurado. Cuando llegó el turno de presentar la pintura de Mateo, hubo un silencio asombrado seguido por aplausos entusiastas. El jurado quedó impresionado por la creatividad y la pasión reflejadas en la obra del pequeño.
Mateo ganó el primer premio del concurso y recibió una medalla dorada como reconocimiento a su talento artístico emergente.
Desde ese día en adelante supo exactamente lo que quería hacer: convertirse en un gran artista visual dedicando su vida al arte. Con el apoyo incondicional de Sofía y Juan, quienes siempre creyeron en él incluso cuando dudaba de sí mismo; Mateo siguió cultivando su habilidad artística hasta convertirse en uno de los artistas más reconocidos del país.
Y así fue como gracias al amor, la amistad y la determinación; Mateo descubrió finalmente cuál era su verdadera pasión e hizo realidad sus sueños junto a aquellos que nunca dejaron de creer en él.
FIN.