El Arte de Ser Feliz


Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz, un niño llamado Emmanuel. Él era conocido por ser el más guapo de la escuela y siempre estaba rodeado de amigos.

A Emmanuel le encantaba jugar fútbol con sus amigos en el parque todos los días después de clases.

Pero además del fútbol, tenía otro talento que había olvidado completamente: ¡le encantaba cantar! Un día, mientras caminaba hacia el parque con su guitarra en mano, Emmanuel se encontró con su amiga Lucía. Lucía era una chica muy creativa y siempre estaba dibujando cosas maravillosas. "Hola Emmanuel", saludó Lucía con una sonrisa. "Hola Lucía", respondió Emmanuel.

"¿Qué estás dibujando hoy?"Lucía mostró su cuaderno lleno de hermosos dibujos y le dijo a Emmanuel que iba a participar en un concurso de arte en la ciudad vecina.

Emmanuel quedó impresionado por las habilidades artísticas de Lucía y recordó lo mucho que le gustaba dibujar cuando era más joven. "Oye Lucía, ¿crees que pueda participar también? Solía disfrutar mucho del dibujo", preguntó Emmanuel tímidamente. Lucía animó a su amigo y le dijo que sería genial verlo retomando su pasión por el arte.

Juntos fueron al estudio de arte para registrarse en el concurso. A medida que pasaban los días, Emmanuel se dedicaba tanto al fútbol como al dibujo.

Practicaba todos los días para mejorar sus habilidades artísticas y también jugaba fútbol con sus amigos como siempre lo había hecho. El día del concurso finalmente llegó. Emmanuel y Lucía estaban emocionados por mostrar sus talentos al mundo.

Cuando llegaron al lugar, quedaron asombrados por la cantidad de personas que habían venido a ver las obras de arte. Emmanuel exhibió sus dibujos mientras Lucía mostraba sus pinturas. Los dos recibieron muchos elogios y aplausos por su talento.

Después de la exhibición, Emmanuel se dio cuenta de lo feliz que estaba al volver a dedicarse a su pasión por el dibujo. Sin embargo, también recordó que solía amar cantar. Decidió unirse al coro de la escuela y comenzó a practicar canciones todos los días.

Aunque estaba un poco oxidado al principio, pronto descubrió que aún tenía una hermosa voz. Un día, durante una presentación del coro en la escuela, Emmanuel sorprendió a todos con su increíble voz. Sus amigos no podían creer lo talentoso que era.

Desde ese día en adelante, Emmanuel nunca dejó de lado ni el fútbol ni el dibujo ni el canto. Se convirtió en un artista completo y continuó compartiendo su alegría con los demás.

La historia de Emmanuel nos enseña que es importante seguir nuestras pasiones y no olvidarnos de aquellos talentos que nos hacen felices. Todos tenemos habilidades únicas y debemos aprovecharlas al máximo para encontrar nuestra verdadera felicidad.

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