El Arte de Ser Nosotras


Había una vez dos hermanas llamadas Emilie y Luciana. A simple vista, parecían ser iguales como cualquier otra pareja de hermanas, pero en realidad eran completamente diferentes. Emilie era una niña muy ordenada y disciplinada.

Siempre hacía sus tareas a tiempo y seguía todas las reglas al pie de la letra. Le encantaba leer libros y aprender cosas nuevas. Por otro lado, Luciana era todo lo contrario.

Era creativa, desordenada y siempre estaba buscando nuevas aventuras. Un día, llegó el primer día de clases después de las vacaciones de verano. Emilie estaba emocionada por volver a la escuela y ver a todos sus amigos.

Ella se levantó temprano, se vistió rápidamente y preparó su mochila con todos los útiles escolares que necesitaba. Cuando bajó al comedor para desayunar, encontró a Luciana aún durmiendo en su cama desordenada. Emilie intentó despertarla suavemente:"Luciana, es hora de levantarse.

No queremos llegar tarde al colegio". Luciana bostezó perezosamente y respondió:"¿Por qué tienes tanta prisa? ¡Las vacaciones apenas comenzaron!". Emilie suspiró mientras continuaba comiendo su desayuno sin demora.

Al llegar al colegio, Emilie fue directo a la sala de clases para encontrar su asiento asignado mientras Luciana caminaba lentamente detrás de ella explorando cada rincón del patio escolar.

Durante las primeras semanas de clases, Emilie seguía siendo la estudiante ejemplar que siempre había sido: prestando atención en clase, haciendo todas las tareas y participando activamente en las actividades escolares. Mientras tanto, Luciana se distraía fácilmente y prefería pasar su tiempo dibujando en su cuaderno o soñando despierta.

Un día, la maestra anunció un concurso de arte en el que los estudiantes debían crear una pintura inspirada en sus sueños y aspiraciones. Emilie estaba emocionada por mostrar su talento artístico y comenzó a planificar meticulosamente su obra. Luciana, por otro lado, no tenía idea de qué hacer.

Se sentía abrumada por la presión de tener que expresar sus sueños a través del arte. Sin embargo, decidió intentarlo de todos modos. El día del concurso llegó y Emilie presentó una hermosa pintura detallada de un libro abierto rodeado de estrellas.

Todos quedaron impresionados por su habilidad para capturar la esencia de sus sueños. Cuando llegó el turno de Luciana, ella puso sobre la mesa un lienzo lleno de colores vibrantes y formas abstractas.

Explicó:"Mi sueño es vivir en un mundo lleno de aventuras e imaginación sin límites". Aunque muchos no entendieron su obra al principio, poco a poco comenzaron a ver la belleza detrás del caos. Para sorpresa de Emilie, el jurado eligió a Luciana como ganadora del concurso.

Fue entonces cuando Emilie comprendió que ser diferente no significa ser menos valioso o talentoso. Desde ese día, las hermanas aprendieron a apreciar sus diferencias y trabajar juntas para complementarse mutuamente.

Emilie le ayudaba a Luciana a organizarse mejor mientras que Luciana le enseñaba a Emilie a dejar volar su imaginación. Con el tiempo, Emilie descubrió que no todo en la vida se trata de seguir reglas y ser perfecta.

A veces, es necesario tomar riesgos y explorar nuevas posibilidades. Y así, las hermanas diferentes aprendieron que cada uno tiene su propio camino para alcanzar sus sueños y que lo más importante es aceptarse mutuamente y celebrar las cualidades únicas que los hacen especiales.

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