El Arte de Ser Uno Mismo


Había una vez un niño llamado Juanberto que tenía una pasión muy peculiar: le encantaba hacer caca.

A diferencia de otros niños, a él no le importaba el olor o la apariencia, simplemente disfrutaba del proceso y se sentía orgulloso de sus logros en el baño. Un día, Juanberto sintió que algo especial estaba por suceder. Se despertó con una sensación extraña en su estómago y decidió ir corriendo al baño.

Allí, frente al inodoro, hizo una caca enorme como nunca antes había hecho. - ¡Mamá! ¡Papá! -gritó emocionado-. ¡Vengan rápido a ver mi gran hazaña! Sus padres acudieron rápidamente y quedaron asombrados al ver el tamaño descomunal de la caca de Juanberto.

- ¡Wow, hijo! Es realmente impresionante -exclamó su papá. - Nunca he visto algo así en mi vida -dijo su mamá sorprendida. Juanberto sonrió con satisfacción mientras sus padres lo felicitaban por su logro.

Sin embargo, esta experiencia única despertó en él un nuevo interés: ¿qué podría hacer con esa caca tan grande? Decidió llamar a sus amigos para mostrarles su creación especial. Cuando llegaron todos juntos al baño, se quedaron boquiabiertos ante la visión de aquella enorme caca.

- ¡Es gigantesca! -exclamó Pedro. - ¿Qué vamos a hacer con ella? -preguntó Paula. Juanberto pensó durante un momento y luego tuvo una idea brillante:- Vamos a convertirla en una escultura.

Todos sus amigos se miraron entre sí, un poco confundidos pero también emocionados por la idea. Así que, con guantes y mucha creatividad, comenzaron a dar forma a la caca gigante. Pasaron horas modelando y esculpiendo hasta que finalmente crearon una obra de arte impresionante.

Era un dinosaurio hecho completamente de caca, con todos los detalles y colores imaginables. - ¡Es increíble! -exclamó Martín-. Nunca pensé que podríamos hacer algo tan genial con caca. Juanberto sonrió orgulloso mientras observaba su creación junto a sus amigos.

Pero no se conformó solo con eso, tenía una última idea para sorprender a todos. Decidió llevar el dinosaurio de caca al colegio al día siguiente. Cuando llegó al salón de clases, todos quedaron impactados al verlo.

- ¡Eso es asqueroso! -dijo Sofía haciendo una mueca de disgusto. - No es asqueroso, es arte -respondió Juanberto-. Y quiero mostrarles lo increíble que puede ser nuestra creatividad sin importar los materiales que usemos.

Sus compañeros comenzaron a reflexionar sobre las palabras de Juanberto. Poco a poco, fueron cambiando su perspectiva y empezaron a apreciar el trabajo realizado por él y sus amigos.

La noticia del dinosaurio de caca se extendió rápidamente por todo el colegio y pronto otras escuelas quisieron conocer la famosa escultura hecha por Juanberto y su equipo. Incluso recibieron invitaciones para exhibirla en galerías de arte infantil en diferentes partes del país.

Juanberto aprendió una valiosa lección durante todo este proceso: no importa cuán raro o diferente sea tu pasión, siempre puedes encontrar una forma de utilizarla para hacer algo especial y único. Y así, el niño que amaba hacer caca se convirtió en un ejemplo de creatividad e inspiración para todos.

Desde aquel día, Juanberto siguió explorando su amor por la caca, pero esta vez enfocándose en crear arte con materiales más convencionales.

Su historia se convirtió en un recordatorio de que nunca debemos tener miedo de ser nosotros mismos y perseguir nuestras pasiones, sin importar lo extrañas que puedan parecer. Y así termina esta historia sobre Juanberto y su increíble aventura con la caca gigante. Un relato lleno de sorpresas, enseñanzas y mucha imaginación.

Porque al final del día, todos tenemos algo especial dentro de nosotros esperando a ser descubierto.

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