El arte de soñar


Había una vez un niño llamado Juanito, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y naturaleza.

A Juanito le encantaba ir a la escuela todos los días, aprender cosas nuevas y jugar con sus amigos en el recreo. Pero lo que más le gustaba de todo era dibujar en el pizarrón. Juanito era muy creativo y siempre sorprendía a sus compañeros con sus coloridos dibujos.

Un día, la maestra les propuso hacer un concurso de arte y el premio sería tener su obra expuesta en el pizarrón durante toda una semana. Juanito estaba emocionado y deseoso de participar en el concurso. Pasó horas pensando en qué dibujo hacer para impresionar a todos.

Finalmente, decidió pintar un paisaje hermoso con las montañas del pueblo, los árboles frondosos y el sol brillando en lo alto. El día del concurso llegó y todos los niños presentaron sus obras ante la maestra y sus compañeros.

Cuando le tocó el turno a Juanito, él caminó hacia el pizarrón con confianza y comenzó a dibujar su paisaje con destreza y pasión. -¡Qué bonito está quedando tu dibujo, Juanito! -exclamó la maestra sorprendida.

Todos los niños miraban maravillados cómo cobraba vida el paisaje en manos de Juanito. Cuando terminó, hubo un silencio asombrado en la sala. -¡Es increíble! ¡Es como si estuviéramos viendo las montañas desde la ventana! -dijo uno de los compañeros de clase.

La maestra felicitó a Juanito por su talento y anunció que su obra sería expuesta en el pizarrón durante toda una semana, como premio al esfuerzo y la creatividad demostrados.

Juanito se sintió muy feliz al ver su dibujo destacándose en el pizarrón frente a toda la clase. Pero lo mejor estaba por venir: cuando regresó a casa ese día, su mamá lo abrazó emocionada.

-¡Estoy tan orgullosa de ti, mi amor! Eres un artista increíble -le dijo su mamá entre lágrimas de felicidad. Desde ese día, Juanito siguió cultivando su pasión por el arte e inspirando a otros niños a expresarse libremente a través de la creatividad.

Y así, cada vez que miraba aquel paisaje en el pizarrón, recordaba que no hay límites para los sueños cuando se tiene valentía para perseguirlos.

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