El Arte Encantado de Benito
Había una vez un niño llamado Benito que vivía en un pequeño pueblo rodeado de campos verdes y hermosos árboles. A pesar de tener una vida tranquila, Benito se sentía triste la mayor parte del tiempo.
No entendía por qué se sentía así, pero el vacío en su corazón parecía crecer cada día. Un día, mientras caminaba por el bosque cercano a su casa, sintió una ráfaga de viento que soplaba con fuerza.
El viento parecía llevar consigo sus pensamientos tristes y le susurró al oído: "Ven conmigo, te mostraré algo especial". Intrigado, Benito siguió al viento hasta llegar a un claro donde encontró a una pequeña hada llamada Melodía.
La hada estaba dibujando en el aire con hilos brillantes que dejaban estelas de colores. -¡Hola! -saludó la hada con alegría-. ¿Eres tú quien ha venido siguiendo al viento? -Sí, soy yo -respondió Benito sorprendido-.
¿Quién eres tú? -Soy Melodía, la hada de la creatividad y los sueños -dijo ella sonriendo-. He visto tu tristeza y quiero ayudarte a encontrar lo que has perdido. Benito no podía creer lo que estaba escuchando.
Sentirse perdido era precisamente lo que le hacía sentirse tan triste. -¿Qué he perdido? -preguntó confundido. -Tu pasión por dibujar -respondió Melodía-.
Cuando eras más pequeño solías pasar horas dibujando maravillosas historias en tu cuaderno, pero poco a poco lo fuiste olvidando y eso te ha dejado un vacío en el corazón. Benito recordó entonces los momentos felices que solía pasar dibujando. Se dio cuenta de que había dejado su pasión de lado por preocuparse demasiado por cosas sin importancia.
-¿Cómo puedo recuperar mi pasión? -preguntó Benito con esperanza en sus ojos. Melodía le entregó a Benito una varita mágica y le dijo:-Con esta varita podrás dar vida a tus dibujos.
Solo debes cerrar los ojos, imaginar lo que quieres dibujar y luego abrirlos para ver cómo cobra vida frente a ti. Benito tomó la varita mágica y cerró los ojos. Imaginó un hermoso paisaje lleno de colores vibrantes y seres fantásticos.
Luego, abrió los ojos y comenzó a dibujar en el aire con la varita. Para su sorpresa, sus trazos se convirtieron en realidad ante sus propios ojos. Desde ese día, Benito nunca más se sintió perdido ni vacío. Pasaba horas dibujando historias maravillosas que compartía con todos en su pueblo.
Su creatividad e imaginación se despertaron nuevamente, llenándolo de alegría y satisfacción. El viento soplaba cada vez más fuerte alrededor de Benito mientras él dibujaba, llevándose consigo cualquier rastro de tristeza que pudiera haber quedado en su corazón.
Y así fue como Benito descubrió que la verdadera felicidad no estaba fuera de él, sino dentro de su propio ser. Aprendió que seguir su pasión y dejar volar su imaginación era la clave para llenar cualquier vacío en su vida.
Desde aquel día, Benito se convirtió en un niño feliz y lleno de inspiración.
Y cada vez que el viento soplaba fuerte, sabía que era el recordatorio de que siempre había algo maravilloso esperándolo si seguía dibujando con todo su corazón.
FIN.