El arte que nos une


Había una vez, en un hermoso pueblo llamado Villa Alegre, dos hermanitas llamadas Catalina y Olivia. Catalina era una niña muy alegre y creativa, le encantaba dibujar y pintar muñecas.

Siempre que tenía un lápiz o un pincel en la mano, su rostro se iluminaba de felicidad. Olivia, por otro lado, también amaba el arte pero prefería construir castillos con bloques de colores. Juntas pasaban horas y horas jugando, creando mundos mágicos llenos de aventuras.

Un día soleado, mientras estaban en su habitación llena de juguetes y colores, Luciana, la hermana mayor de Catalina y Olivia, entró para ver qué estaban haciendo.

Luciana siempre estaba ocupada con sus estudios y actividades extracurriculares; sin embargo, siempre encontraba tiempo para apoyar a sus hermanitas. Luciana observó las maravillosas muñecas que Catalina había pintado con tanto amor y detalle. Quedó impactada por la habilidad artística de su pequeña hermana.

Se acercó a ella emocionada: "¡Catalina! ¡Estas muñecas son simplemente increíbles! Tienes un talento especial para el arte". Catalina sonrió radiante al escuchar los elogios de su hermana mayor. Nunca antes había recibido tantos halagos por sus dibujos.

Esto hizo que se sintiera aún más motivada para seguir creando. Desde ese día en adelante, Luciana dedicó parte de su tiempo libre a enseñarle nuevas técnicas artísticas a Catalina y Olivia.

Les mostraba cómo mezclar colores, cómo dibujar proporciones y sombras, y les contaba historias sobre los grandes artistas del pasado. Las hermanitas estaban fascinadas con cada nueva lección. Sus habilidades artísticas comenzaron a crecer rápidamente gracias a la guía de Luciana. Juntas, pintaban cuadros maravillosos y construían castillos aún más impresionantes.

Un día, se anunció un concurso de arte en Villa Alegre. Todos los niños del pueblo podían participar mostrando sus obras maestras. Catalina y Olivia estaban muy emocionadas por la oportunidad de compartir su talento con todos.

El día del concurso finalmente llegó. Había tantas pinturas hermosas en exhibición que era difícil elegir un ganador. El jurado recorrió todas las obras detenidamente y tomó una decisión difícil.

Cuando llegó el momento de anunciar al ganador, todos los niños esperaban ansiosos el resultado. "¡Y el ganador es... Catalina!", exclamaron los jueces. Catalina no podía creerlo, estaba abrumada por la emoción mientras subía al escenario para recibir su premio.

Miró hacia abajo y vio a Luciana sonriendo orgullosa desde la multitud. Ese día, Catalina aprendió una valiosa lección: cuando alguien cree en ti y te apoya, puedes alcanzar cualquier meta que te propongas.

Desde ese momento en adelante, nunca dejó de crear arte e inspirar a otros con su talento. La historia de Catalina nos enseña que debemos apoyar siempre los sueños y pasiones de quienes nos rodean. Nunca sabemos qué grandeza puede surgir de un pequeño acto de aliento.

Y recuerda, ¡todos tenemos un talento especial dentro de nosotros esperando ser descubierto!

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