El ascenso de Tahiel


Había una vez un niño llamado Tahiel, que vivía en una pequeña aldea rodeada de montañas. Desde muy pequeño, le encantaba escalar y explorar los senderos de las montañas cercanas a su hogar.

Un día, Tahiel decidió subir a la cima de la montaña más alta que se podía ver desde su ventana. Sus padres intentaron disuadirlo, ya que sabían lo peligroso que era escalar esa montaña sin experiencia y equipo adecuados.

Pero Tahiel estaba decidido y no iba a renunciar a su sueño. Temprano en la mañana, antes del amanecer, partió hacia la base de la montaña con su mochila llena de provisiones y herramientas básicas para escalar.

El camino fue difícil e inclinado pero Tahiel estaba emocionado por lo que vendría después. Luego de varias horas caminando llegó al pie de la montaña y comenzó a ascenderla.

El sol brillaba fuerte en el cielo azul mientras él avanzaba lentamente pero con seguridad hacia arriba. De repente, una ráfaga de viento inesperada casi lo hizo caer al vacío pero logró sujetarse con fuerza a una roca cercana.

Miró hacia abajo y sintió miedo por primera vez en todo el recorrido: se dio cuenta del peligro real al que se había expuesto. Tahiel respiró profundamente tratando de calmar sus pensamientos ansiosos mientras continuaba escalando cada vez más alto.

La vista era impresionante: las nubes parecían estar debajo de él mientras seguía subiendo por los acantilados verticales. Fue entonces cuando sucedió algo que lo dejó en shock: una pareja de águilas se cruzaron en su camino y comenzaron a volar alrededor de él.

Tahiel sintió pánico, pero las aves no parecían agresivas, sino más bien curiosas. "¡Hola pequeñas águilas! ¿Qué están haciendo aquí?"- dijo Tahiel con una sonrisa nerviosa mientras seguía escalando. Las aves continuaron volando a su alrededor y parecían estar guiándolo hacia la cima de la montaña.

Fue entonces cuando llegó a un punto donde no podía continuar debido a un gran precipicio que bloqueaba el camino. Tahiel estaba desesperado. Había llegado tan lejos, pero ahora se sentía atrapado sin ninguna forma de avanzar.

Pero las águilas no se rindieron e intentaron animarlo para que siguiera adelante. De repente, Tahiel tuvo una idea: usar sus herramientas para hacer un puente improvisado sobre el precipicio.

Tomó todas sus cuerdas y palos y comenzó a construir con rapidez un puente colgante entre dos rocas cercanas. Cuando terminó el puente, caminó por encima con precaución hasta llegar al otro lado del acantilado.

Miró hacia atrás y vio cómo las águilas lo miraban orgullosamente desde arriba antes de alejarse lentamente en el cielo azul. Finalmente, después de horas de escalada, alcanzó la cima de la montaña más alta. La vista era impresionante: podía ver todo el valle extendiéndose debajo de él como si fuera un mapa en miniatura.

Tahiel se sintió increíblemente orgulloso de sí mismo por haber logrado su objetivo, pero también entendió que nunca lo habría conseguido sin las águilas que lo guiaron y le dieron fuerzas durante su viaje.

Así que decidió volver a casa con una nueva perspectiva: la montaña no era solo un desafío físico sino también mental.

Y si uno tiene la determinación y el coraje para enfrentar sus miedos, siempre habrá alguien o algo que te ayudará a alcanzar tus objetivos más altos.

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